ENTREVISTA

Lluís Gavaldà: "Si tuviera un diario reduciría a la mitad la sección de política"

Els Pets reaparecen con 'Som', un disco producido por Joan Pons (El Petit de Cal Eril) que estrenarán el 16 de diciembre en el Liceu

els  pets

els pets / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Superados los fastos de su 30º aniversario, Els Pets reaparecen con ‘Som’, su primer disco de canciones nuevas en cinco años, en el que dejan que Joan Pons (El Petit de Cal Eril) sacuda a fondo su venerable canon pop. Un trabajo que estrenarán en una plaza de altos vuelos, el Liceu, el 16 de diciembre, en la apertura del Suite Festival. Hablamos con Lluís Gavaldà.

¿Tenían ganas de un disco que supusiera un cambio?

La obligación del artista de larga trayectoria es tratar de renovar su discurso. Y ya que, en Els Pets, el compositor es el que es, o son los que son, el resto sí se puede sacudir un poco. Por higiene personal. No es ningún heroísmo: es supervivencia.

Nunca había pasado tanto tiempo entre disco y disco de Els Pets. ¿La fragilidad del mercado no animaba a volver al estudio y liarse la manta?

No es eso, sino que ya no tenemos la urgencia de seguir ese círculo de gira-disco. Y a mí no me hace falta hacer canciones. Cada vez tengo menos necesidad de explicarme al mundo. Aunque cuando me pongo en ello, me doy cuenta de que hacer canciones me ayuda a saber cómo estoy. Es una terapia barata. Bueno, barata, no, pero sin efectos secundarios.

En los últimos discos tenían una tendencia a llenar las canciones de instrumentos a veces ajenos al pop, pero en ‘Som’ han preferido vaciarlas.

Hay una voluntad ‘minimal’, un poco zen, de jardín japonés, de poner solo lo esencial. Que solo tocaran los miembros del grupo, que las canciones no tuvieran solos… Y en letras hemos purgado mucho.

Las guitarras suenan más gruesas, un poco garajeras.

Es el primer disco en el que las guitarras las toca Jordi Bastida, que está en un momento muy dulce. Yo no toco ninguna, por el bien del disco. Jordi tenía muchas ganas, y se nota. Nos ha dado un lenguaje de guitarras muy diferente y con mucho gusto, sin exhibicionismos, con mucha emoción. Es un sonido muy ‘vintage’.

¿Han ido a las raíces del rock’n’roll y del pop?

No hemos tenido un referente muy claro en este disco. Puedes encontrar cosas a lo Real Estate o Teenage Fanclub, o una canción que es muy The Black Keys… Pero creo que hay una manera de hacer de Els Pets que se va filtrando.

Sorprenden esas baladas tiernas pero con cierta aspereza. ¿Tratando de emocionar sin ser cursis?

Sí, mi principal obsesión era que la canción no estuviera sobrecocinada. Que estuviera más ‘al dente’ que demasiado hecha.

Y que pop adulto no signifique necesariamente pop orquestal, o blando, o artificioso.

Aquí hay una dicotomía divertida: en las letras intentas mostrar tu realidad de persona, pero musicalmente tratas de actualizar tu discurso y encontrar sonoridades más contemporáneas.

¿Sigue las tendencias musicales?

Sí, mi curiosidad por la música sigue siendo tan infantil como hace 30 años. Me gusta descubrir grupos nuevos. No soy de los que dicen que lo bueno ya se hizo hace 20 años.

Els Pets son señores cincuentañeros que se mantienen fieles a las canciones pop de tres minutos. O cuatro.

Nuestro lenguaje, o al menos el mío, es ese. Canciones cortas con melodías trabajadas y, sobre todo,  letras que digan cosas. Las combinaciones de notas son como las posibles jugadas de un tablero de ajedrez. Parecen finitas, pero la magia del pop es que no lo son. Aunque las canciones acaban siendo compendios de todas las anteriores que se han hecho. El concepto de plagio nunca me ha preocupado. Dame tiempo y encontraré una canción que se parecerá a la tuya.

Joan Pons, productor de ‘Som’, parece un músico un poco ajeno a su mundo. Mientras Els Pets quieren llegar a la gente, El Petit de Cal Eril suele ponerlo todo un poco más difícil.

Ya, pero creo que Joan ha hecho una evolución y no creo que esté tan alejado de lo que hacemos. Su último disco para mí es de un pop absoluto. Para nosotros, cada cambio de productor es una aventura. No sabes qué pasará. Pero esta vez, desde el primer segundo ya supimos que saldría bien. Joan te acompaña, no te impone nada. A mí me ha hecho cantar diferente, más hacia adentro. Me decía: “no cantes para el micrófono, cántate a ti”. Terminé entendiéndolo.

¿Con él repetirán, entonces?

Sí, desde luego, lo que no sé es si él querrá repetir con nosotros (ríe). Bueno, a veces está el factor de la disponibilidad. Con Raül (Fernández, Refree), con quien no hemos repetido, la experiencia fue positiva. El problema de aquel disco (‘L’àrea petita’, 2013) fue que yo no estaba bien. Tuve un brote depresivo mezclado con ansiedad, y eso hizo que el trabajo fuese muy difícil para mí y que no lo disfrutase. Pero no fue por Raül, que me apoyó mucho. Nunca le agradeceré lo bastante todo lo que me ayudó.

Que venga alguien de fuera, más joven, a decirle lo que tiene que hacer, ¿es una bofetada al ego?

Totalmente, aunque muy saludable. Porque cuando tienes una canción nueva estás susceptible y cualquier comentario te afecta. A mí, Joan me cogió una canción, ‘Laia’, y me dijo que le gustaba la letra pero que la música le sonaba a algo antiguo de Els Pets. Le hice una melodía diferente. Esos retos me gustan.

Hay artistas que dicen ser capaces de excluir una buena canción de un disco porque no encaja con el concepto. No parece el caso de Els Pets.

Springsteen hace estas cosas: ¡‘Because the night’ no la incluyó en ‘Darkness on the edge of town’ porque no pegaba con el disco! Nosotros la coherencia la tenemos en cuenta, pero principalmente valoramos la canción en sí. En ‘Som’ hay un trío de canciones, ‘La vida és molt avorrida sense el teu cos’, ‘Setembre’ y ‘Prendre mal’, que tienen cosas en común: ese pop de medio tiempo, a lo Big Star… Lo hablamos con Joan: “aquí hay un estilo”.

Decía que cuando grabó ‘L’àrea petita’ no atravesaba un buen momento. ¿Se siente rehecho?

Creo que se nota, ¿no? Este disco es todo alegría: hay psiquiatras, gente mayor, incontinencia urinaria, amores mal cicatrizados… ¡Estoy a tope! (ríe) No, en serio, sí que se nota. Hay una alegría en el disco, más sonora que lúdica. Un optimismo adulto.

Pese a canciones como ‘Laia’, con una protagonista que sufre una enfermedad.

Pero su espíritu no es lastimero, de ‘pobrecita’… No, es lo contrario: estoy enfermo pero la enfermedad no me define como persona; sigo saliendo, quedando con los amigos, deseando tardes de sol…

‘Llavis nous’ es la más inmediata y descarada.

La ‘freakada’ del disco. Apetecía un poco de rock’n’roll. Por la letra parece un anuncio de la Corporación Dermoestética, pero lo que cuenta tiene que ver con el espíritu del disco: es una persona que quisiera tener labios nuevos para poder decir menos mentiras, dar más besos de verdad y mostrarse de manera más  honesta.

El disco lo cierra la canción ‘Som’. Hace diez años no se componían tantas canciones desde esa primera persona del plural.

La situación del país ha hecho que nos demos cuenta de que la fuerza está en la colectividad. La atomización que se nos impone no es inocente, está muy bien pensada. Cuanto más separados estemos, más fáciles seremos de manipular. La fuerza que tenemos como colectivo la demostramos el 1 de octubre y deberíamos utilizarla más a menudo. No solo en manifestaciones sino en actos más atrevidos.

¿Lluís Gavaldà está por las posiciones unilaterales?

No, lo que defiendo es que tenemos más poder del que pensamos, y que se puede manifestar en actos pequeños, como cambiar de banco, más potentes que ciertas declaraciones rimbombantes. Y sobre todo, que la política está secuestrada por unos medios y unos poderes fácticos que consiguen que tengamos una sensación de empacho. Porque este país ahora está empachado. Hay una sobreexposición de la política con minúsculas. Las tertulias diarias, dando vueltas sobre lo mismo cada día… Nos quedamos en lo superfluo, en el máster y en la política que roba la crema en el súper. La política es demasiado importante para que la dejemos en manos de los políticos.

¿Tiene ramalazos antipolíticos?

¡La política me fascina! Pero si yo tuviese un diario, reduciría a la mitad la sección de política, y la de deportes, que también me encantan. Creo que están sobreexpuestos con la finalidad de desconcertar al lector y esconderle lo importante. Hay demasiadas noticias que se nota que están ahí porque tal partido ha pensado en montar ese acto para tener la media página al día siguiente. Y eso vale tanto para los que cortan lacitos amarillos con la prensa delante como para actos supuestamente patrióticos que son brindis al sol.

Puede llamar la atención que Els Pets, independentistas de toda la vida, hayan mantenido un perfil político discreto en los últimos años.

Es una cuestión de pudor personal. Es difícil hacer una canción con contenido social y político y no caer en el panfleto y en las letras que te dan vergüenza ajena. Yo hago el ‘mea culpa’: eso ya lo hice, y cuando lo escucho me da mucha vergüenza. Creemos que es más efectivo mostrar nuestra ideología cuando se nos pregunta como ciudadanos que en las canciones. Pero en este disco está ‘L’exèrcit que vindrà’, que sin ser explícita habla de la situación catalana, y ‘Prendre mal’, que de manera muy implícita también lo hace: cómo debe vivir su realidad cotidiana un torturador o alguien que sale a la calle a pegar a abuelas y a niños.

Lleva un tiempo compaginando su actividad con Els Pets con un programa musical de Catalunya Ràdio, ‘El celobert’. ¿Cómo está su salto a TV3?

Pues bien, en enero o febrero ya se emitirá el programa, en el que llevo tres años trabajando con un equipo entusiasmado. Ya tenemos diez de los trece programas grabados. Es un poco el sueño imposible: hacer un programa musical en TV3, algo que tendría que ser lo más natural del mundo y que parece una quimera.

Sus selecciones de canciones quizá le hayan servido de ejercicio mental a la hora de afrontar el disco de Els Pets.

Desde que tenía 18 años lo que más he disfrutado en esta vida ha sido hacer casetes para mis amigos. Cintas temáticas, con grupos buenos que merecen una de 60 minutos; otros, los más grandes, que ocupan una de 90… En una época eso era obsesivo. Y eso es lo que hago ahora en la radio: ya llevo 800 programas hechos.

Estrenarán ‘Som’ en el Liceu. Una plaza un poco fuerte para arrancar, ¿no?

Impone un poco, sí. El día antes pensaremos que fuimos unos gilipollas por aceptarlo, pero luego seguro que diremos que fue una gran idea. Más de la mitad del repertorio será del nuevo disco, que tocaremos entero, y seremos seis: Jordi Bastida, Marcel Caballé, Joan-Pau Chaves y los tres añejos.