CRÓNICA

Laura Pausini, de la melancolía al torbellino en el Sant Jordi

La cantante italiana presentó 'Hazte sentir' y conmemoró su 25º aniversario de carrera en un generoso concierto culminado con incursiones en el reggaetón

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Jordi Bianciotto

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La televisión, a través de ‘Factor-X’, volvió a colarnos hace unos meses a Laura Pausini en las sobremesas familiares de modo que este miércoles se plantó en el Palau Sant Jordi como esa mezcla de hermanita que nos dice las verdades y ‘coacher’ de la vida y del amor, lista para soltarnos frases como “nadie puede robar tu futuro, tú eres importante, ¡no ellos!” o “aprende a no preocuparte de quien no sé preocupa por ti”. Consejería sentimental, masajes a la autoestima, baladas con tendencia a la melancolía, dance-pop ligero y, novedad, un poco de reggaeton envolvieron su regreso a Barcelona tras seis años de ausencia.

Pausini vino a presentarnos su disco ‘Hazte sentir’, que desde su título nos invita a no tener miedo y a defender nuestro verdadero yo, o algo así, temario que combinó con el ‘grandes éxitos’ en honor a sus 25 años de carrera. Sí, fue en 1993 cuando se abrió paso con un par de éxitos sentimentales, ‘La solitudine’ y ‘Non c’e’, que ella convirtió en castellano en ‘La soledad’ y ‘Se fue’, y que en el Sant Jordi incrustó en sendos ‘medleys’. Acudir al ‘potpurri’ (hubo hasta seis) fue su manera de integrar en el concierto hasta una cuarentena de canciones que, sumadas a su gusto por la cháchara, dilataron la sesión hasta las dos horas y media.

Versiones en castellano

Escenario de superproducción, con muchas pantallas de vídeo, plafones de colorines y aire de plató televisivo, con siete músicos y cinco coristas arropándola desde la balada vertiginosa ‘Nadie ha dicho’ al pop bailable de ‘Está.Allá’. Pausini, que conserva su voz estilizada y potente, se decantó por el castellano en casi todo el repertorio en un Sant Jordi con algo más de media entrada. Fans a los que reconocía como quien dice uno por uno, como a “Andrés, de Ecuador”, plantado en primera fila con la bandera de su país.

Su punto fuerte sigue siendo la ‘power ballad’ de ‘crescendos’ infinitos, que cuando parece haber alcanzado la cumbre afronta otra rueda de estrofas con el viejo truco de subir una tonalidad. Como ‘Inolvidable’, relamiéndose en la emotividad y suplicando “nunca me dejes”. Con los años, Laura ha ido combatiendo su aura de chica cursi, presume de carácter fuerte (“los me conocen saben que soy un torbellino”) y hasta suelta tacos, algo que no esperábamos de ella: “¡Son 25 años, coño, es mucho tiempo!”, exclamó a propósito de sus primeras canciones.

El cuerpo de coristas tomó la palabra en uno de los ‘medleys’, con citas a ‘Shape of you’, de Ed Sheeran, realzando el fondo soul de una parte del repertorio, y hubo otros encadenados de canciones en clave de balada rockera (guitarras ‘heavy’, ese clásico de la canción melódica) y con guitarras acústicas. Pausini, elevándose en un podio móvil luminoso y, más tarde, saliendo de un cubo de cristal para cantar la épica ‘En cambio no’.

Y sacando al escenario a una fan con la que abordó ‘Se fue’. Gracia, de 34 años. “¿De dónde, Albacete? ¿Y dónde está eso?”. Tenues gritos de protesta. Al final, tras otros goteos de frases lapidarias ("es importante no cambiar para gustar a los hombres, ¡no lo hagáis!"), la Laura más novedosa, encaramada al reggaetón en ‘Nuevo’ y en esa versión latina de ‘Nadie ha dicho’, grabada con el grupo cubano Gente de Zona, que funde su estilo melodioso con sensualidad tropical y que parece abrir nuevos horizontes. ¿Futuro disco de reggaetón para Laura Pausini? Si nos atenemos a una de sus máximas de la noche (“las cosas a medias no me gustan, no me convencen”) hay motivos para ponerse a temblar.