FESTIVAL DE VERANO DE BARCELONA

Rigola sirve con 'Vania' un Chéjov a pelo

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Marta Cervera

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En su búsqueda de la máxima verdad Àlex Rigola (Barcelona, 1978) ha transformado 'Tío Vania' de Anton Chéjov (1868-1904), todo un clásico del teatro ruso en una obra de cámara solo apta para 60 personas. Son los únicos que caben en la caja de madera de ocho de largo por seis de ancho, sin techo, donde Luis Bermejo, Gonzalo Cunill, Irene Escolar y Ariadna Gil se enfrentan a 'Vania', una versión aclamada por público y crítica. Las ilusiones, renuncias, frustraciones y sueños rotos de los personajes se transforman en una experiencia concentrada en este montaje. Quedó certificado en su estreno en la última edición del festival Temporada Alta y en su estancia en Madrid, en los Teatros del Canal, donde se la calificó de montaje cumbre. Con él recala por primera vez en Barcelona, en la Sala Muntaner, donde estará hasta el 29 de julio. Muchas funciones están agotadas.

Rigola ya presentó en el pasado Grec una obra de cámara, en una caja escénica todavía con menos capacidad de público:  'Who is me: Pasolini', con Santiago Cunill. Ahora recupera un espacio de características similares pero mayor aforo. Su sobriedad e intimidad contribuyen a resaltar la esencia en esta depurada adaptación. "Quiero que los actores sean ellos mismos en escena transmitiendo palabras de otros. Es un Chéjov a pelo, despojado de cualquier referencia temporal - declara el director-. Cuando hablan de dolor, están hablando de su propio sufrimiento".

"Es una versión libre que muestra una visión trágica del mundo actual", dice el director catalán

Es un lujo tener tan cerca en una función al magnífico cuarteto de actores que le acompaña en esta nueva aventura.  'Vania', la adaptación de Rigola elimina las referencias costumbristas y va al grano, a los sentimientos y reflexiones de personajes. "Es una versión libre de la obra de Chéjov. Muestra una visión trágica del mundo actual", señala Rigola. "Busco la verdad en cada función", afirma. "Después de representar un rol varias veces hay una parte de esa frescura y verdad que se pierde pero eso aquí no pasa".

Luis Bermejo es Vania aunque, como el resto de los intérpretes en este montaje, le llamen por su nombre.  Irene Escolar es Sonia, Gonzalo Cunill encarna a Astrov y Ariadna Gil es Elena. "Quiero ver a personas en el escenario, no a personajes", insiste Rigola. La puesta en escena no tiene cambios de luz o maquillaje, ni siquiera un vestuario diseñado para la obra. Los actores van con su propia ropa, la misma que usan en casa. 

Para Rigola el desencanto y el dolor del ser humano de hoy ante la realidad de la existencia no dista tanto de aquel que reflejó Chéjov en sus obras. "Huimos del fracaso. Vivimos en un mundo donde a los niños se les premia, incluso cuando pierden. Les protegemos de todo. Y después, si no te has enfrentado al fracaso, la vida te da de ostias", dice quien estuvo al frente del Teatre Lliure, de la Bienal de Teatro de Venecia y también de los Teatros del Canal de Madrid, que abandonó en protesta contra las cargas policiales en el 1-O. 

En su etapa en el LLiure ofreció memorables montajes como el recordado '2666', adaptación de la monumental novela póstuma de Roberto Bolaño. Ha evolucionado mucho desde entonces. Su teatro de los últimos años es cada más esencial. Ya pudo verse en 'Ivanov', su primer Chéjov, estrenado la pasada temporada en Montjuïc. Una puesta diametralmente opuesta a ese increíble viaje que propuso en el 2015 con 'El Público', de Federico García Lorca en el TNC. 

'Macho man', su próximo proyecto supondrá un giro más a su trayectoria. Debutará en el teatro documental con una macroinstalación donde el público "en grupos de seis y con auriculares circularán por un espacio donde se analiza la violencia de género desde distintos ángulos". Se verá en otoño en Temporada Alta.