EL ANFITEATRO

Un Fausto joven, contemporáneo e inadaptado

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Rosa Massagué

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El doctor Fausto creado por Goethe y recreado musicalmente y muy libremente por Hector Berlioz es un anciano sabio pero insensible que ha dedicado su vida al estudio. Insatisfecho, entrega su alma al diablo quien le llevará a la perdición. En ‘La damnation de Faust’ presentada en el Palau de les Arts de Valencia, el personaje es un joven frágil e inadaptado, incapaz de hacer frente a la vida, que cabalga hacia su destrucción diseñada en un laboratorio por un Mefistófeles poco demoniaco. Esto es lo que propone Damiano Micchieletto en una puesta en escena muy bella estéticamente, lastrada por un exceso de simbolismo y de efectismo.

Se podrá discutir la propuesta, pero ‘La damnation de Faust’ es siempre un gran reto para el director de escena que goza de una enorme libertad pues Berlioz la escribió para ser interpretada en las salas de concierto, no para ser representada. El compositor la calificó de “leyenda dramática en cuatro partes”. No es ni un poema sinfónico ni una sinfonía ni menos aun una ópera. Carece de la estructura interna de una obra para el teatro, sin indicaciones ni anotaciones, de modo que hay barra libre.

El personaje de Fausto, que está en escena prácticamente todo el rato, es en la propuesta de Michieletto una especie de conejito de Indias en una atmósfera de laboratorio con un color blanco dominante, seguido constantemente por una cámara que va filmando todos sus movimientos en lo que puede interpretarse como una especie de ‘Show de Truman’. Al inicio la pantalla nos muestra su mundo desparramado encima de su cama del que forman parte unas píldoras, el retrato de la madre, los restos de una hamburguesa y un libro con la imagen de un cuadro de Lucas Cranach. Esta imagen, ‘El jardín del Edén’, será más adelante, debidamente tuneado, el decorado del encuentro entre Fausto y Margarita.

Si a primera vista el personaje original y el ideado en la puesta en escena parecen muy distantes, en el fondo no lo son. Ambos carecen de perspectivas vitales, no se han adaptado al mundo que les rodea y viven un proceso de degeneración. Al presentar un Fausto joven y no a un anciano, Michieletto ancla el personaje universal en la más absoluta contemporaneidad. En su caída, pese a los esfuerzos de Margarita por salvarle, el blanco inicial se convierte en un negro viscoso que embadurna a todos los personajes. Solo ella se salva.

‘La damnation de Faust’ es una obra de tres personajes, Fausto, Mefistófeles y Margarita, y de un cuarto dominante, el coro, que asume numerosos papeles de todo tipo. El tenor Celso Albelo empezó su interpretación con dificultades aunque progresó bien a lo largo de la representación. El barítono Rubén Amoretti era un Mefistófeles vocalmente sin olor a azufre, pero su capacidad actoral dibujaba perfectamente el cinismo del personaje. El personaje de Margarita es un papel breve, no aparece hasta la tercera parte, y si la mesosoprano es buena, sabe siempre a poco. Esto es lo que ocurrió con Silvia Tro Santafé que fue quien mejor plasmó vocalmente el personaje.

La ópera de Valencia cuenta con dos excelentes coros, el de la Generalitat Valenciana y la Escolania de la Mare de Déu dels Desamparats a los que se unió en esta ocasión la Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet. Parte del coro estaba situada en la parte superior del escenario, dispuesto en bancos en un ambiente casi religioso, y el resto en distintos puntos. Se emplearon a fondo cubriendo los distintos papeles que la partitura les atribuye. La Orquesta de la Comunitat Valenciana ha perdido algo de aquella brillantez original, pero sigue siendo una gran orquesta dirigida en esta ocasión con muy buen pulso por Roberto Abbado.

Goethe es la máximo exponente del proto-romanticismo alemán. Berlioz lo es del romanticismo francés. Fausto es la expresión de aquella oleada que invadió la creación artística del siglo XIX. El reproche que se puede hacer a esta ‘Damnation’ vista por Michieletto es precisamente la falta de romanticismo en su puesta en escena, aunque la música de Berlioz salva con creces esta ausencia.

Ópera vista el 23 de junio.

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