fenómeno generacional

Las guerrillas del rap callejero toman los grandes escenarios españoles

Veinteañeros como Natos y Waor, Ayax y Prok, Hard GZ y Rels B son la punta del iceberg de una escena masiva forjada al margen de la industria

Nando Cruz

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Hard GZ llena Apolo. Ayax y Prok revientan Razzmatazz (la noche de este viernes y el 1 de junio). Natos y Waor agotan las 4.500 entradas del Sant Jordi Club con meses de antelación. El hip-hop español ha dado el estirón definitivo y quien se está llevando el gato al agua no es al vieja guardia, sino jóvenes veinteañeros. No los busquen en las listas de ventas porque ni siquiera distribuyen sus discos por los canales tradicionales. Sin embargo, sus videoclips coleccionan decenas de millones de visitas y arman giras de treinta fechas sin pestañear. El rap en España ha dejado de ser una música para minorías y se ha convertido en un fenómeno de masas.

El rap español ha conseguido en los últimos cinco años una implantación social inimaginable hace tan solo una década. Es, más que nunca, la música de la calle: la que suena en los parques y los móviles de los jóvenes, la que arrasa en las redes y, finalmente, la que está llenando salas de conciertos cada vez más grandes. Salas que los grandes iconos del rap estadounidense no llenaron jamás. La pregunta que se hacen hoy muchos adultos es: ¿por qué el rap se ha vuelto omnipresente justamente ahora? Pero quizás la pregunta clave sea otra.

¿Por qué no ocurrió antes?

"La pregunta que he encontrado interesante durante muchos años es por qué no triunfaba el rap en España", plantea el sociólogo e investigador de culturas juveniles Roger Martínez. "En los 90, cuando en la mayor parte de occidente el rap se convertía en la música de la calle, aquí era muy minoritario". Francisco Reyes dirige del programa de Televisión Española 'Ritmo urbano', imparte una asignatura de hip-hop en la Universidad Complutense de Madrid y aporta una respuesta: "El rap siempre estuvo vetado en las radiofórmulas y hasta que llegó internet, los españolitos solo escuchábamos los que nos ponían en la radio".

El rapero francés Enes Suleman impulsa desde Barcelona la empresa La Cúpula Music desde la que muchos raperos españoles mueven su música por las redes. Suleman apunta que el rap en España vive "un renacer muy potente a partir de la generación trap, la generación de los móviles" y coincide en que hoy vivimos algo que en otros países es natural desde hace tiempo. "El hip-hop es la cultura mayoritaria en todos los países de Europa desde hace más de 20 años. En España es ahora cuando empieza a ser la voz de una generación".

"El hip hop es la cultura mayoritaria en toda Europa desde hace 20 años. En España es ahora cuando empieza a ser la voz de una generación"

Enes Suleman

— A&R Pro de La Cúpula Music

Otro factor que ha acelerado su eclosión es el demográfico. Para Martínez, la inmigración, especialmente la latina, y el auge del reggaeton han dado desde el 2010 un impulso definitivo para que el rap se convierta en "un referente para la población castellanohablante y obrera" y "en un estilo predominantemente de periferia que también atrae a gente de todas procedencias". Suleman, nacido en el extrarradio parisino, vivió en los años 90 la capacidad integradora del rap y comprende que "ahora españoles de origen latino o árabe vean que el rap les representa como lenguaje de inmigrantes y de minorías".

Los reyes de Youtube

Las radiofórmulas siguen sin programar rap en la proporción en la que lo demanda la juventud, pero, como señala Reyes, "hoy los jóvenes pueden elejir qué quieren escuchar a través del móvil". Suleman arroja cifras estratosféricas. Los clips de Ayax y Prok suma 150 millones de visualizaciones en youtube. Los del mallorquín Rels B, 300 millones. Una comparativa con las estrellas del rock: Vetusta Morla tiene cien mil suscriptores en su canal, mientras Natos y Waor. Otra: Ayax colgó la semana pasada el clip de 'A veces se me pasa, a veces paso' y ya rebasa el millón y medio de visitas, mientras Love Of Lesbian ha colgado el de 'Oniria e insomnia' y suma cincuenta mil.

A muchos jóvenes raperos, este seguimiento en las redes les reporta ingresos mensuales "de entre 500 y 2.000", calcula Enes. En casos excepcionales la cifra llega a 10.000, pero para muchos es "un sueldito". Un sueldito que en un país que ha alcanzado un 45% de paro juvenil no es nada desdeñable. Pueden ser los cimientos de una carrera. El gallego Hard GZ iba para nini, La Utopía del Norte, desde la que gestiona su carrera, vende su merchandising y monta giras que lo llevan hasta Latinoamérica. "Aunque los medios hablen de artistas de trap, quienes están arrasando son artistas del rap como Natos y Waor y Rels B", dice Enes.

"El rap es la música que más fomenta la cultura del háztelo tú mismo"

Francisco Reyes

— Profesor de una asignatura de hip-hop en la Complutense de Madrid

"El rap es la música que más fomenta la cultura del háztelo tú mismo", remarca Reyes, y "todos estos chavales se filman ellos mismos los videoclips". Uno de sus alumnos, el rapero canario Bejo, "suma cinco millones de visitas cada vez que lanza uno", calcula, sorprendido, su profesor. Algunos se bastan con la cámara del móvil. Lo que para muchos solo es un espejismo virtual, para Suleman es la constatación de que España sigue instalada en una utopía musical: "Los grupos de rock y de guitarras forman una burbuja, una burbuja española que no existe en otros países, y que pronto va a caer".

El asalto al palacio

Hoy la noticia ya no son estas cifras virtuales, sino su traslación a la vida real. El 7 de abril el dúo Natos y Waor llenó el Palacio de Vistalegre de Madrid: once mil entradas. Los raperos españoles de los 90 y 2000 jamás lograron algo así. Solo Violadores del Verso rompieron ese techo que parecía condenar al rap español a la eterna marginalidad. El cuarteto aragonés es el grupo que muchos de estos jóvenes raperos citan cuando les preguntan cómo descubrieron el rap.

Los referentes de esta joven hornada ya no son raperos yanquis, sino el propio rap español de hace una década. El rap proletario y de barrio, humilde y contestatario. Violadores introdujo un lenguaje propio, pero su discurso no era tan distinto al que en los 70 lanzaban los grupos de rock urbano. Entonces, la teoría era que el rap jamás calaría en España, por ser un país que siempre dio la espalda a las músicas negras. El tiempo la ha rebatido con creces.

En un país donde el desempleo y precariedad laboral están a la orden del día, el rap describe con más certeza que cualquier otro género el callejón sin salida en el que vive la juventud. Y si los chavales reúnen algo de dinero, las entradas para los conciertos de rap pocas veces superan los diez euros. Estos raperos veinteañeros, muchos de ellos de familias sin recursos, saben que los bolsillos de los jóvenes siguen vacíos. Los conciertos se llenan y se convierten en un polvorín hormonal y una válvula de escape frente a tanto descontento social.

Ecos del punk y la rumba quinqui

En este rap proletario también resuena una visión del mundo que sintoniza con el punk y la rumba quinqui. Una línea invisible conecta todas estas músicas de clase obrera con una fuerza que derriba barreras generacionales. El rap es el embudo de todas estas voces y, en muchos casos, trasciende los tópicos del consumismo para sacudir conciencias y fomentar el espíritu crítico. Solo hay que atender al repaso a la transición que propone El Coleta, al airado orgullo de clase de Jarfaiter y a los versos de Ayax y Prok, Los Chikos del Maíz, Pablo Hasél y tantos otros raperos en el punto de mira de la justicia española.

El repertorio del madrileño El Coleta es una actualización de la ética y la estética de Los Chichos y del cine de José Antonio de la Loma. El abulense Jarfaiter ha grabado una versión de 'Violencia', canción del grupo Arpaviejas que podría haber firmado en 1982 el trío vasco Eskorbuto. Y lo más sintomático es que no son caprichos de artista sino guiños que sus seguidores reciben con entusiasmo y conocimiento. Meses atrás, el público de El Coleta recitaba de memoria la letra de 'Esto sí que tiene guasa', canción de Los Chichos grabada en 1975, cuando la inmensa mayoría de los espectadores aún no habían nacido.

Tres décadas después de los primeros discos, el recopilatorio 'Madrid hip-hop' y el '¡Hey pijo!' de MC Randy, el rap es imparable. "Es el género que habría elegido de forma natural la juventud en España si hubiese sonado en todos los canales", insiste Reyes. "Ahora nos llevamos la sorpresa, pero es una música ideal para la gente joven. Es contestataria, fresca, espontánea, sencilla y a pie de calle". También, el género que mejor interpreta y refleja el presente de una juventud abocada a la crisis. Natos y Waor tienen un disco titulado 'Hijos de la ruina'. Millones de jóvenes saben perfectamente a qué se refiere el dúo.