EL LIBRO DE LA SEMANA

Víctor Català: multiplicidad de yoes

Los últimos relatos de la escritora Víctor Català muestran una gran sensiblidad respecto a la desigualdad de sexos

VICTOR CATALA

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Vicenç Pagès Jordà

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Una de las ideas centrales en la presentación de los cuentos de Víctor Català de la editora Maria Bohigas es la posibilidad de abordar de formas distintas a autores que a menudo reducimos a un libro –o mucho peor- a un tópico. Lo que está pasando con la recuperación de ‘La mort i la primavera’ de Mercè Rodoreda podría repetirse con Víctor Català, a quien tendemos a ver como la autora de ‘Solitud’ o como una excrecencia del modernismo. La reedición de los cuentos que escribió hace medio siglo puede servir para frenar este reduccionismo.

Después de más de 20 años de silencio, Víctor Català publicó dos libros de cuentos: ‘Vida mòlta’ (1950) y ‘Jubileu’ (1951), el primero de tema rural y el segundo predominantemente sobre escenas barcelonesas. Club Editor, que publicará los cuentos completos en cuatro volúmenes, los da a conocer en orden inverso, empezando por el último libro, que es también el más moderno. Para comprobarlo, basta con leer el primer cuento, ‘Diàleg prismàtic’, que empieza con las palabras “De sobte”, sin introducción ni presentación de los personajes, y que propone un florilegio de razones para no casarse.

El resto de los cuentos de la colección ‘Jubileu’ muestra dramas que afectan a todas las edades y condiciones. Encontramos aquí hombres necios o violentos, que se aprovechan de las circunstancias y de las mujeres, y también, en menor medida, mujeres con iniciativa pero con limitaciones a la hora de ejercerla. ‘Després de l’amor’ muestra la influencia de Edgard Allan Poe, mientras que ‘Sonata moderna’ incorpora el drama de la guerra. De las 11 piezas, solo dos acaban mínimamente bien.

La proporción es parecida en ‘Vida mòlta’, la segunda colección del libro y el penúltimo publicado por la autora. Después de un par de piezas no muy trágicas, nos encontramos con la terrible muerte de ‘El Fideuet’, a la que seguirán todo tipo de agresiones y accidentes mortales. A veces, el inicio del cuento es irónico, como en ‘L’Aleixeta’, pero poco a poco vira hacia el tremendismo. De todo el conjunto, solo un cuento ‘Honni soit qui mal y pensé’, mantiene el tono humorístico hasta el final, y demuestra que la autora podía servirse con éxito de otros registros.

Lo que hace recomendables estas piezas es la riqueza lingüística y psicológica, que da fe de que la autora era una gran lectora y observadora, alguien que escuchaba bien. Los dos cuentos más largos, ‘L’Aleixeta’ y ‘Lenin’, vienen a ser dos versiones, en masculino y en femenino, de la vida marcada por la libertad y la miseria. Aunque un relato como ‘La Pepa’ muestra un matrimonio horrible, no creo, como afirma Enric Casasses en el epílogo, que la autora critique el “matrimonio como institución”. Sino que más bien lo ve como una forma jurídica de lo que en el cuento ‘Roba vella’ considera “consuetuds i principis de rígida patriarcalitat”.

Caterina Albert (1873-1966), que firmó todos sus libros con el seudónimo Víctor Català, muestra una elevada sensibilidad en lo tocante a la desigualdad de sexos, pero cuando opta por el narrador-personaje escoge siempre al hombre. En cambio se acerca mucho a las mujeres cuando utiliza la tercera persona, y en particular el estilo indirecto libre, que le permite dar voz –y sintaxis- a personajes maltratados por la vida. En el cuento ‘Paraules’, desarrolla gráficamente la hipótesis de la pluralidad de yoes, “que no es manifesten i actúen tots a l’una, sinó succesivament, a mida que una fretura o una topada imprevistes els sotraga i desvetlla”. Esta multiplicidad de yoes de la autora es una de las razones que hace de este libro algo memorable.