CRÍTICA DE CINE
'Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine': reflexiones sobre cine
Este película de Godard realizada para televisión en 1986, perteneciente a una serie sobre novelas policíacas, se estrena por vez primera en salas tras haber sido restaurada
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
"Ya es hora de que la vida devuelva a las películas todo lo que les ha robado”. Es una de las muchas frases-reflexiones desperdigadas por Godard en 'Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine', una película realizada para televisión en 1986 y perteneciente a una serie sobre novelas policíacas, que ahora ha sido restaurada y estrenada por vez primera en salas.
Quien dice la frase es un cineasta llamado Gaspard Bazin, en homenaje al crítico André Bazin, que se pone en contacto con un productor en decadencia, llamado Almereyda, apellido del padre de Jean Vigo, para que le financia una película. El cine, siempre el cine.
Pero este pretexto argumental da pie a uno de los más curiosos ensayos cinematográficos de Godard, hilvanado entre peculiares pruebas de casting, diálogos fuera del mundo y el enfrentamiento entre director y productor o entre este y su esposa, una joven que quiere debutar como actriz y que recibe el nombre mitológico Euridice, aunque no haya ningún Orfeo que descienda por ella al inframundo.
Además de utilizar de manera muy creativa el vídeo, un formato del que Godard fue un auténtico precursor en los años 70 y 80, 'Grandeza y decadencia…' es también un filme profético. En una secuencia, Almereyda se queda amargamente de que la televisión no compra sus películas. Han pasado tres décadas y hoy la situación vuelve a ser la misma de entonces.
Jean-Pierre Léaud muestra su imagen de enfant terrible de la Nouvelle Vague, como el propio Godard, que aparece en una secuencia para soltar cuatro verdades sobre el cine del pasado y el cine que entonces era el del presente, el de los 80. El director había vuelto al cine narrativo después de su época militante y sus experimentos televisivos, pero ya se sabe que relato ortodoxo y Godard son conceptos antitéticos.
De hecho, el filme adapta una novela policíaca de James Hadley Chase de la que tan siquiera toma el título. No era la primera vez que Godard subvertía en toda regla el esquema de la literatura policiaca. 'Pierrot el loco' y 'Made in USA' se basaron igual de libremente en libros de Lionel White y Donald E. Westlake. Una mera excusa para una historia de cine dentro de cine con otras perlas antológicas: Almereyda le dice al propio Godard que con el dinero que le pagan a Roman Polanski por una sola película él podría hacer diez.
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