'Robinson', Kafka, Ignatius Reilly y Ricitos de Oro

Vicenç Pagès repasa las distintas fuentes de inspiración de su última novela

Vicenç Pagès Jordà

Vicenç Pagès Jordà / Carlos Valbuena Junquera

Ernest Alós

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"Tiene varios padres", dice Vicenç Pagès Jordà de su última novela, 'Robinson' (Empúries). Kafka (en concreto el cuento ‘La madriguera’), la lamentable figura de Ignatius Reilly y el “punto de humor” de ‘La conjura de los necios’, el cuento de la okupa de camas Ricitos de Oro, el náufrago Robinson, pero en la versión de Michel Tournier, menos McGyver y más introspectiva que la de Defoe, el solitario conductor de ‘Taxi Driver’ que no acierta con los gustos cinematográficos de Cybill Shepherd…  En ‘Robinson’ H., un auténtico desgraciado, un cartero que ha convertido una cama hospitalaria en el centro de su vida real e imaginaria, decide colarse en la casa de los vecinos aprovechando las vacaciones de estos. Las suyas, en cambio, serán "concéntricas", un descubrimiento de lo que tiene más cerca, al otro lado del tabique. Allí sobrevive como un náufrago sujeto a unas rígidas normas e inspecciona cada habitación como un explorador mientras la arrasa salvajemente.  

'Robinson' iba a titularse inicialmente 'El llit flotant'. Pero utilizar ese título, que avanza demasiado sobre la vida real de H., sobre su forma de soñar despierto y sobre los traumas infantiles que han hecho de él un desgraciado, iría contra el espíritu del libro, en el que solo se van enseñando las cosas a su tiempo, poco a poco. "Ese es el trabajo del autor, que va dejando pistas", explica.  Así que si leen la sinopsis, centrada en la ocupación de la casa de los vecinos de H., sepan que solo lo es del primer tercio del libro. "Poco a poco iremos descubriendo por qué ha entrado, por qué se queda…", dice Pagès.

Un ermitaño

H. (conocido también por el lector, el narrador o el lector como Aquell Sonat, Robinson o El Petit Salvatge) es como un cangrejo ermitaño, que cambia durante unos días de cáscara. Sin ella es "frágil, una persona con una tendencia a la renuncia, a la retirada, suicida incluso". Ese ermitaño piensa "que lo más importante en la vida lo hacemos en posición horizontal: nacer, morir y soñar", explica el escritor. Aunque durante la novela descubre una cuarta actividad que se adapta bien a la horizontalidad. La vida de H. no sería muy distinta de la de un escritor maldito y de culto, pero sin obra escrita: todo se queda en fantasías diurnas.

El protagonista, H., se infiltra en la casa de los vecinos para sobrevivir en ella siguiendo unas rígidas reglas

El libro, explica Pagès, es la síntesis, en menos de 200 páginas, de un par de decenas de ideas. Las referencias literarias a las que hemos aludido, pero también otras. La fantasía de poder penetrar en la casa de los otros, hurgar en los cajones y descubrir a través de esos indicios una vida desconocida ("la literatura tiene un punto de chafardería") es una. Una fantasía que, dice, ha descubierto que comparte mucha gente, es otra: "La idea de la cama voladora, que resulta que sale incluso en la obra de Propp; volar por el mundo sin salir de un lugar cubierto, protegido, como es la cama; una idea de poder".

Un cambio de planteamiento

En la carrera literaria de Vicenç Pagès Jordà, ‘Robinson’ no es un punto y aparte: viene después de este, es un nuevo periodo. En sus novelas, explica, desde El món d’Horaci',El món d’Horaci' "barroca, con mucha documentación y juego", ha ido avanzando en un proceso de depuración (de estructura, de puntos de vista, de referencias locales y generacionales) hasta llegar a 'Dies de frontera', ganadora del Sant Jordi 2013. "Lo que venía a decir que ya había aprendido a escribir una novela. Más redonda, más comprensible, más agradable para el lector. A partir de aquí, si me repetía, corría el peligro de convertirme en un escritor de novelas fáciles. El día que una lectora me dijo que le gustaba mi libro porque el protagonista vivía en la calle donde ella había nacido me dije, vamos mal", bromea. Así que en ‘Robinson’, para romper con su trayectoria pasada, "el costumbrismo está extirpado; no hay ninguna marca, ninguna canción, ningún grupo musical, ninguna ciudad".    

El escritor y la independencia

Pagès reivindica su derecho como escritor a que las circunstancias políticas no estén presentes en su obra. "Como ciudadano, en cambio, soy como cualquier otro: sigo instrucciones si no están en contra de mis principios, tengo problemas con las banderas pero a veces salgo con gente a caminar…" Pero no solo su derecho, sino la necesidad de que la creación artística esté por encima de las circunstancias. "Si toda la producción del país la volcamos en el 'procés' nos estaremos perdiendo muchas cosas. Tiene ese papel la novela histórica o la poesía militante… pero ‘Ciudadano Kane’ se rodó durante la segunda guerra mundial sin hacer ninguna referencia a ella y ha perdurado mucho más que otras películas militantes", reflexiona.

Es más, si hay alguna relación de su libro con el 'procés' es precisamente su ausencia: “El silencio, la necesidad de un refugio en un momento en que empezamos a tener problemas psicológicos y los médicos nos recomiendan desconectarnos para protegernos".