Grace Jones, todavía inquietante

Grace Jones era una excéntrica criatura cuando irrumpió, en los 70, y lo más destacable es que sigue pareciéndonoslo cuatro décadas después, cuando ya lo hemos visto todo. Mezcla de bestia felina y hechicera, dotada todavía de un imponente vozarrón, hizo arquear las cejas al avezado público del Primavera con su música oscura y sensual, de una remota mística y sobre bases graves con ancestros jamaicanos.

Un concierto de guión semejante al del Sónar del 2009, apuntalado en sus 'hits', aunque con más trajes exóticos y máscaras. Apertura sigilosa, adentrándose en la noche con aquel 'Nightclubbing' de David Bowie e Iggy Pop. "Mucho viento", observó en un castellano que chapurreaba cuando frecuentaba las discotecas ibicencas. 'This is', de su último disco, 'Hurricane' (2008), y 'Private life', su versión de Pretenders, que cantó desplazándose por el suelo como una tigresa.

'HULA-HOOP'

Una Grace Jones alejada de su primera era disco, que prefiere asentarse en la ralentizada cadencia de reggae un día suministrada por Sly Dumbar y Robbie Shakespeare: de 'I’ve seen your face before' (el 'Libertango' de Piazzolla) a 'My Jamaican guy'. Una canción aún inédita, 'Shenanigans', y un 'Love is the drug' (Roxy Music) con guitarra rockera, rumbo a 'Pull up to the bumper', arrolladora y 'funky', con la estrella bajando a la arena luciendo una cabellera platino vudú y cubierta por la lluvia de confeti, y 'Slave to the rhythm', que cantó mientras hacía girar un 'hula-hoop' con la cintura. Grace Jones, inquietante y ágil a los 69.