Primavera Sound 2017: el pop a cámara lenta
Los neoyorquinos Cigarettes After Sex brillan y se proclaman futuro grupo de culto en la segunda jornada de Primavera Als Clubs
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
La segunda jornada de Primavera Als Clubs en la sala Apolo arrancó en movimiento, o mejor, 'Moviment', como se llama el tercer álbum de <strong>Les Sueques</strong>, que no son nórdicas sino de Barcelona y además incluyen a un hombre a la batería. Ese nombre es una pequeña muestra del sentido del humor de un grupo que, disco a disco, gana en contundencia y pericia técnica sin perder del todo su antigua alma punk. En Apolo demostraron, además, un sano eclecticismo que los lleva de apuntalar un pulso krautrock en 'Terrorista' a sacar sus tablas de surf en 'Heroïna de Montserrat'.
Con el dúo <strong>Let’s Eat Grandma</strong>, de Norwich (Reino Unido), empieza la recta a menores revoluciones de la noche. Las amigas de infancia (aunque parezcan hermanas gemelas) Rosa Walton y Jenny Hollingworth tienen también sentido del humor, como demuestra ese nombre como de comedia caníbal de Paul Bartel, pero en el pop de oscura candidez de 'I, Gemini' (2016) pisan el acelerador en contadas ocasiones. Su propuesta gana en vivo gracias a los juegos de palmas con fines percutivos o las coreografías tirando a inexpresivas. Tienen encanto extraño.
NARCOSIS Y KIESLOWSKI
Pero la revelación (anunciada) de la noche fue <strong>Cigarettes After Sex</strong>, grupo de ritmos orgullosamente comatosos, heredero de la narcosis pop de Galaxie 500 y Mazzy Star. Aunque en activo desde el 2008, el proyecto del neoyorquino Greg Gonzalez se dispone solo ahora a publicar su primer álbum. Es un perfeccionista y se nota en canciones perfectas como 'K.' y 'Apocalypse', en las que cada nota, cada cambio de acorde, hieren como deben, mientras Gonzalez desgrana con voz dulce pero segura sus letras de amor torturado. Mientras, en la pantalla, se deslizan imágenes de 'La doble vida de Verónica' de Kieslowski. Otra forma de apuntalar una delicada toma de postura.
En días de velocidad y vértigo, el romanticismo a cámara lenta de Cigarettes After Sex ha sentado a muchos como un bálsamo. El público reconocía cada tema desde el primer segundo. Se oyeron aullidos además de aplausos. Es muy probable que cuando vengan a La [2] de Apolo en noviembre, no quede centímetro libre en la sala.
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