Michel Camilo, la perfecta tormenta caribeña

El pianista dominicano cerró el Suite Festival con un apabullante recital en solitario en el Liceu

Michel Camilo

Michel Camilo / periodico

ROGER ROCA / BARCELONA

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Michel Camilo descarga un último golpe sobre el piano como si lo quisiera noquear, se levanta de un brinco de la banqueta y saluda satisfecho como un atleta que ha completado  una pirueta de máxima dificultad. Acaba de tocar la trepidante 'From within' una de sus piezas más conocidas, que ya grabó en la película 'Calle 54' de Fernando Trueba, que le dio fama mundial. El vídeo de esa grabación “tiene casi un millón de vistas en redes sociales”, dice. Y no es extraño. Cuando toca esta pieza, las manos de Camilo van que vuelan. Son un espectáculo en sí mismo, y si no que se lo pregunten a cualquier espectador que este miércoles haya tenido la suerte de sentarse del lado bueno de la sala para ver las teclas del lustroso Steinway & Sons que preside el escenario del Liceu.

El caso es que este número, con toda su potencia, con toda su asombrosa pirotecnia rítmica, solo es el primero de la noche. Michel Camilo, portento del jazz latino, arranca su concierto en el Suite Festival como si estuviera tocando un bis, cual Bruce Springsteen incendiando un estadio con la primera canción de la noche, solo que Michel Camilo no necesita banda. ¿Y dónde ir después de un arranque así, cuando parece que ya está todo dicho? Pues solo se puede ir hacia abajo. Camilo reduce la marcha y ataca 'Take Five', el clásico de compás caprichoso que le dioa a Dave Brubeck un éxito planetario en 1959. Pero lo que Brubeck hacía con dos manos, ese ritmo trotón y pegadizo, Camilo lo ha aprendido a hacer con una. Así le queda una mano libre, la derecha, para correr arriba y abajo. Lo cuenta con una calma que contrasta con la fogosidad que gasta a las teclas. Pero hay algo que comparten el Camilo orador y el Camilo pianista: la precisión, la claridad y el orden.

Y lo de que reduce la marcha es un decir, porque el ritmo de casi todo el concierto es diabólico. Camilo trocea el compás en porciones cada vez más pequeñas y siempre simétricas, siempre perfectas, mientras clava el tacón del zapato izquierdo contra el suelo del Liceu, uno, dos, uno, dos, como un metrónomo. Se diría que si le dejaran, Michel Camilo tocaría con las manos el piano y con los pies la batería, todo a la vez. Por contraste se agradecen las baladas, aunque traigan sobrecarga de azúcar porque Camilo no es hombre de medias tintas y se abandona a lo romántico con la misma convicción con que se lanza al galope. Y así, sobre un estándar de jazz, un clásico cubano, un samba o un número latino, el portentoso Michel Camilo hace tantas cosas increíbles y todas tan perfectamente ejecutadas que al final el impacto emocional se diluye. Y quizás sí que con 'From within' ya estaba todo dicho.