CRÓNICA

Otra exhibición de Mogwai

La banda escocesa sedujo en el Tibidabo con una actuación 'in crescendo'

Ex sultum se nentem Romneque viriam ingulto rumus, Catarib

Ex sultum se nentem Romneque viriam ingulto rumus, Catarib

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Mogwai ofreció el sábado, en el Tibidabo Live Festival, otra actuación desbordante, la única clase de actuación que saben ofrecer. El grupo de posrock escocés celebra ahora sus 20 años de existencia con Central belters, triple recopilatorio que recorre todas las etapas de su carrera, desde unos inicios ligados al contraste entre partes quietas y catarsis eléctricas hasta su labor como delicados bandasonoristas -véase su excelente trabajo para la serie de terror francesa Les revenants-, pasando por sus flirteos con la electrónica y las estructuras pop-rock casi convencionales.

Durante su actuación en el parque de atracciones hubo de todo esto, exceptuando las bandas sonoras, quizás arriesgadas de llevar, por su talante especialmente atmosférico, al terreno de un festival. El grupo comenzó por el principio: Yes! I am a long way from home, el primer tema de su primer disco, Young team, de hace 18 años -parece increíble pero así es-. Puro Mogwai: falsa calma, descargas brutales, un crescendo para enmarcar.

El directo tuvo en sí mismo algo de crescendo. La banda de Glasgow reservó para la primera parte cortes ensoñadores como Friend of the night y Tracy, dejando para más adelante los asaltos directos y a la encía, como la obsesionante Rano pano, recibida con justa algarabía, la dinámica Mexican Grand Prix -con su colaborador Luke Sutherland a la voz cantante en lugar de con el violín habitual- y una Teenage exorcists con partitura casi cercana a los mejores R.E.M., cantada por el guitarrista Stuart Braithwaite con voz clara y efectiva.

DOBLE NOCAUT

Para la recta final, doble nocaut: ese hit definitivo con sintetizador de película de terror que es Remurdered y un tema larguísimo que en realidad se hace cortísimo, My father my king, con influencias sugestivas del folclore judío. Salieron a hombros, una vez más.

Esa misma tarde-noche, los asistentes a la segunda y última jornada de este primer festival de rock en el Tibidabo pudieron ver a otros grupos sobre el escenario, como Los Bracco, desenfadados rock'n'rollers de San Sebastián; Belako, banda de Munguía con pericia técnica pero, quizás, excesiva indefinición estilística; y Ocellot, formación barcelonesa que interpreta un pop electrónico cada vez más lisérgico. Si disfrutaron con ellos, sepan que repetirán en el próximo BAM.