Fallece el creador de Mundodisco

El  escritor británico Terry Pratchett, autor de la serie Mundodisco (Discworld) y uno de los novelistas de fantasía más populares de todos los tiempos, falleció ayer a los 66 años víctima de la enfermedad de Alzheimer. Sir Terry, el título con el que le condecoró la reina por su contribución a la literatura, escribió más de 70 bestsellers y ha vendido cerca de 85 millones de ejemplares en todo el mundo. Antes de morir pudo concluir una obra más, la número 41 de su serie más popular. Según sus editores, el novelista falleció en su casa de Stonehenge, en Salisbury, «con su gato durmiendo en su cama y rodeado de su familia», su mujer Lyn y su hija Rhianna Pratchett, que también es escritora y que ayer anunció ayer la muerte de su padre: «Terry tomó a la muerte del brazo y la siguió a través de las puertas hasta el negro desierto bajo la noche sin fin».

Avido lector desde la niñez, Pratchett inició su carrera como periodista y más tarde fue relaciones públicas en una central nuclear. La literatura era sin embargo su pasión. Publicó el primer libro en 1971. Pero sería en 1983, cuando escribió El color de la magia, su primera novela sobre Mundodisco, cuando dio con un filón de oro. La saga es una serie cómica magníficamente creativa, que se desarrolla en un mundo en forma de disco, sostenido por cuatro elefantes, que viajan sin fin a través del cosmos. La narración comenzó como una parodia de las novelas de fantasía y ciencia ficción, pero se convirtió en un reflejo de la sociedad moderna. Su éxito fue enorme y eso le permitió dedicarse por entero a la literatura. En la década de los 90 escribía un libro cada seis meses y era el novelista de ficción británico más vendido, un título que más tarde solo ha podido arrebatarle J. K. Rowling.

ACTIVISTA POR LA MUERTE DIGNA / Después de ser diagnosticado con una forma rara de Alzheimer en el año 2007, Pratchett prometió luchar contra la enfermedad. «Cuando supe lo me ocurría mi primera reacción fue de furia, después le dije a todo el mundo lo que me pasaba», declaró entonces. Se convirtió en un activista reclamando mayores presupuestos  para la investigación de  esta arrasadora dolencia. También  batalló hasta el final por  una legislación sobre el suicidio asistido.

Su campaña en favor de la eutanasia le llevó a protagonizar un documental de la BBC, en el 2011, mostrando la muerte asistida de enfermos terminales en una clínica suiza. «Me avergüenza que los británicos tengan que ir a Suiza, a un coste considerable, para tener los servicios que desean», señaló, «escandalizado por la situación» en el Reino Unido. En una de sus últimas entrevistas afirmó haber tomado las medidas necesarias sobre su propia muerte. Ayer fuentes próximas hicieron saber que su vida había concluido de manera completamente natural.