A. M. Homes: «El sueño americano era una fantasía»

Entrevista con la ganadora del Women Prize, 'la novela 'Ojalá nos perdonen'

A. M. Homes «El sueño americano era una fantasía»_MEDIA_1

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IDOYA NOAIN / Nueva York

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Ni la novela americana ha muerto ni es territorio exclusivo de hombres. A. M. Homes, autora de El fin de Alice o Este libro te salvará la vida, lo demuestra en Ojalá nos perdonen (Anagrama), que nació como un relato breve a petición de Zadie Smith pero fue tomando vida propia hasta llegar a las 650 páginas. Es otro agudo retrato de Homes de las relaciones familiares, la clase media y la sociedad estadounidense que ha ganado el Women Prize (el antiguo Orange).

-Esta novela la revalida como «cronista de las surrealistas corrientes subterráneas de la vida cotidiana».

-Se trata de personajes ficticios no basados en gente cuyas vidas conoces. Yo escribo ficción para mirar el mundo, intento que el mundo cobre sentido desde una visión que no sea solo íntima, sino también sobre la sociedad, la cultura y sobre Estados Unidos. Cosas como de qué forma consumimos, nuestra relación con la tecnología, el mundo de las citas, el deseo de familia…

-¿Tuvo reparo a incluir referencias tecnológicas por miedo a quedar obsoleta?-Quería ilustrar la forma en que la tecnología nos está afectando. Quizá haga obsoleta la novela pero también puede ser interesante como documento de un tiempo y un lugar. Estamos en un punto en que la tecnología está cambiando más rápido de lo que evolucionamos emocional y tecnológicamente.

-También está propiciando una divergencia entre nuestro retrato público y el yo privado.

-- A veces cuando miro Facebook me deprimo. ¿Está la gente pasándoselo tan bien? Es muy engañoso. Para los jóvenes que están creciendo con esto es confuso porque pueden pensar que la diversión es continua y eso es una idea horrible.

-El protagonista es un historiador especializado en Nixon. ¿Por qué escogió su figura?

-Es tan fascinante como extraña y me interesaba la relación con los protagonistas en su sentido de masculinidad y moralidad pero, además, el impacto de su Gobierno aún se percibe. Antes de él, por ejemplo, no teníamos relación con China; ahora estamos inextricablemente unidos económicamente. Cuando la gente piensa en Nixon todo lo que recuerda es el Watergate pero hay otros muchos temas fascinantes y complicados, incluyendo el uso de tecnología. Basta pensar en los cinco micrófonos que tenía en su mesa conectados a grabadoras… Es una figura clave en la cultura americana, no solo por razones políticas. Él cambió la forma de mirar la historia de la presidencia.

-También habla del asesinato de Kennedy.

-La política estadounidense nunca se recuperó. Tras Kennedy y Nixon se perdió la inocencia pero eso no cambió la manera en que los políticos toman decisiones. Nixon dijo «si el presidente lo hace no es ilegal» y siento que muchos presidentes desde entonces sienten lo mismo. Todavía seguimos con ese debate hoy.

-Como estadounidense, ¿lo ve como un problema?--El sistema político está guiado por el dinero, no tiene nada que ver con los ciudadanos. Los estadounidenses no saben mucho de su pasado y en parte es culpa del sistema político que no desea que los ciudadanos sepan historia americana porque de lo contrario tomarían decisiones diferentes. Se nos llena la boca de «democracia» y «libre albedrío» pero no tenemos siquiera un sistema educativo que funcione bien. Estas son las ideas que me interesan. Es lo que llevo haciendo desde que escribí Jack a los 19 años.

-Ideas como el sueño americano…

--La gente se olvida de que era eso, un sueño. No un derecho, sino una fantasía.

-¿Continúa vivo?-Quizá sí porque la gente sigue viniendo… Pero es complicado. Desde Kennedy no contamos con una gran visión para este país. Él y Luther King eran visionarios. King sí que tuvo un sueño americano. Lo que vino luego son presidentes que te ofrecen una devolución de impuestos.

-Las críticas estadounidense suelen ser mucho más duras con su trabajo que, por ejemplo, las de Europa. ¿Cree que pone el dedo en alguna llaga?-Odio decir esto pero a veces dan los libros a críticos que no tienen experiencia para saber de qué hablan. Además, en la cultura estadounidense se supone que las mujeres deben escribir libros breves sobre la vida doméstica, pero no grandes libros sobre nuestra cultura. Siempre me mantengo fuera del debate de si los escritores, hombres y mujeres, son tratados de forma diferente porque no quiero creer que es verdad, pero lo es. Lo único que puedo hacer es seguir haciendo mi trabajo.

-¿Qué le parece el potencial de Hillary Clinton como presidenta?-Sería algo rompedor para nosotros pero no para el mundo, donde ya ha habido y hay increíbles mujeres líderes. La elección será interesante porque vamos a ver variaciones políticas muy extremas y nos daremos cuenta de que los extremos están ahí, y muy activos.

-Ha escrito para televisión. ¿Qué le da ese medio?--Mi seguro médico.

-¿La disminución en la capacidad de atención provocada por la tecnología está afectando a la novela?

-Es como el descenso de aficionados a la música clásica. No quieres pensar que eso está pasando, pero pasa y es preocupante. El número de lectores no ha crecido en proporción a la población desde que Hemingway escribía. Él y Fitzgerald vendían el mismo número de ejemplares que vendemos ahora y hay mucha más gente. ¿Qué está pasando? Algo que no es bueno.