1714, arengas y argumentos

LA VIDA COTIDIANA'Barcelona 1700. De les pedres a les persones',en el Born.

LA VIDA COTIDIANA'Barcelona 1700. De les pedres a les persones',en el Born.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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El famoso mensaje que enarboló Nelson para lanzar al ataque a sus barcos en Trafalgar decía: Inglaterra espera que cada hombre cumpla su cometido. Una señal similar debió de llegar a los responsables de todos los museos catalanes, que han incluido al unísono exposiciones temporales en torno a la toma de Barcelona por los borbones en 1714. No basta con todo el verano para visitar las muestras que preparan el cuerpo y el espíritu para la conmemoración del próximo 11 de septiembre. Pero sería una lástima que la saturación hiciese que pasaran desapercibidas los elementos de reflexión, y algunas sorpresas, que muchas de ellas contienen.

La acción combinada del programa expositivo del tricentenario  destruye hasta los cimientos (y convincentemente) la jacobina interpretación de la guerra de la sucesión como un mero conflicto dinástico jugado en las alturas, que liquidó instituciones caducas y trajo a Catalunya la modernidad. Algunas cumplen su cometido más allá de lo que exige el deber, con discursos que desembocan sin excesiva sutileza en la diada del 2012, la Via Catalana y la consulta como la gran revancha pendiente, y exageran la unanimidad de los catalanes y el grado de enconamiento catalano-castellano.

Otras ofrecen interesantes aportaciones alternativas. Y las hay que, directamente, se solapan. Ni hay tantos enfoques diferentes posibles ni parece que los dos comisariados de la conmemoración, el de la Generalitat y el del Ayuntamiento de Barcelona, se hayan coordinado siempre. Veámoslo repasando ocho de las principales exposiciones abiertas al público.

EL BORN 'FINS A ACONSEGUIR-HO!'

Enarcediendo la moral de las tropas

Fins a aconseguir-ho! (Donec perficiam,

 el lema de la guardia catalana del pretendiente austracista Carlos III), la exposición central sobre el sitio de 1714, en El Born Centre Cultural del Ayuntamiento de Barcelona, más que una exposición es una haka, esa  danza guerrera maorí que los jugadores de rugbi neozelandeses interpretan para salir como motos al campo de juego. De la exposición encargada al profesor Francesc Xavier Hernández Cardona, centrada en el hasta ahora poco estudiado aspecto militar del conflicto, con audiovisuales llenos de pólvora, gritos, bayonetas y caídos, se sale, a poco que uno esté sensibilizado, dispuesto a votar hasta seis veces  el 9-N.

La exposición se centra solo en «la guerra de los catalanes» cuando tras la retirada aliada en 1713 «Catalunya quedó abandonada a la furia del Borbón» y se produce «un choque de Estados». Un actor declama el discurso de Manuel Ferrer, que fue decisivo para decidirse a emprender la resistencia a ultranza contra «la vanidad y violencia de los castellanos» que querían «utilizar a los catalanes como hicieron sufrir a los indius».

Las reconstrucciones del sitio hacen entender como nunca nadie lo había logrado  hasta qué punto la resistencia fue heroica pero la exposición no se detiene en matices a la hora de asumir una única interpretación de lo sucedido: rescata las olvidades unidades militares catalanas pero al precio de minusvalorar la milicia cívica de la Coronela, en un par de ocasiones prefiere calificar a los atacantes como «españoles» y «franceses» antes que borbónicos y la conclusión final es que «con la caída de Barcelona llega el final del Estado catalán». Quedan pocas dudas del significado implícito de ese fins a aconseguir-ho!.

EL BORN.  PIEDRAS Y PERSONAS

Contra el tópico de la decadencia

Basada en los trabajos del historiador Albert García Espuche y los resultados de las excavaciones en la zona cero de 1714, la otra exposición del Born, Barcelona 1700. De les pedres a les persones, da el contrapunto civil. La tesis principal: Barcelona no prosperó en el siglo XVIII porque la modernidad borbónica le hizo dejar atrás tres  siglos de decadencia -- omo muchos historiadores han sostenido-- sino que era una ciudad con un sistema de gobierno local abierto a la participación ciudadana, una economía dinámica basada en la exportación y el comercio, que amaba la música, el juego, el chocolate, el tabaco, vestir bien... En definitiva, 1714 fue un trauma que una Barcelona «atacada y mutilada» supo superar. Si la anterior exposición con la que comparte escenario acaba hablando del inicio de «una larga noche» para los catalanes, esta reconoce que tras la represión y la reconstrucción «la herida de la guerra queda atrás y se entra en una época nueva».

EL TINELL. 'EL MÓN DE 1714'

Peones en un juego internacional

Las exposiciones que han dependido del Museu d'Història de Barcelona (Muhba) son quizás las que ofrecen contrapuntos más matizados. Situada en el Tinell, El món de 1714 sitúa en conflicto en su contexto internacional. Catalunya toma como referentes el parlamentarismo de Inglaterra y Holanda, sus socios comerciales, frente a la concentración de poder de los monarcas borbónicos. Pero el conflicto solo estalla cuando esos dos países deciden detener las avances de Francia en América y Flandes. Y en esa partida de cartas internacional los catalanes son utilizados por los aliados como caballo de Troya, igual que los franceses lo hicieron con los rebeldes húngaros y los jacobitas británicos. Y como ellos, fueron abandonados a su suerte (aunque un cambio de rey hizo que el 18 de septiembre de 1714 Inglaterra decidiera, tarde, enviar una flota de socorro a Barcelona que, cuando el objetivo de los catalanes ya había pasado a convertirse en república protectorado británico o austriaco, lo podría haber cambiado todo). En los materiales de la exposición se puede entender otro punto muchas veces olvidado. La guerra fue realmente popular, en defensa de «la patria y llibertat», pero el verdadero odio se dirigía a los franceses. «Deu nos guard del mal francés (...) la gavatxa escòria», reza la propaganda del partido vigatà,  que en cambio añade: «Obrem com a bons amichs cathalans y castellans».

SANTA ÀGATA.  LOS MONASTERIOS

Monjas y familias en ambos bandos

Otra producción del Muhba (y de las monjas benedictinas catalanas), en la capilla de Santa Àgata de la plaza del Rei, Monestirs urbans en temps de guerra no solo muestra cómo dos conventos situados en primera línea, Santa Clara (en el actual estanque de la Ciutadella) y Sant Pere de les Puel·les sufrieron los rigores de la guerra. El análisis de las relaciones familiares de las monjas permite vislumbrar la «división interna que vivieron las élites catalanas», aunque la gran mayoría fue austracista. Las monjas de Santa Clara pertenecían a 11 grandes familias. Los Sentmenat, felipistas. Los Despujol, Areny, Dusay, Josa y Llupià, austracistas hasta que en 1713 rechazaron la decisión de seguir luchando y se acogieron al perdón de Felipe V. Los Padellàs, Santjoan, Novell, Montaner y Mata lucharon hasta el final. Un 1/5/5 al parecer bastante representativo.

EL PI. 'COMUNITAT ASSETJADA'

La vida de cada día en una parroquia

Una pequeña muestra en la cripta de la iglesia del Pi  muestra, a partir del rico archivo parroquial, cómo se vivió la guerra en el día a día. Apoyando primero a las autoridades felipistas, luego a las austracistas, poniendo en marcha obras de caridad durante el sitio, montando cañones en el campanario y sufriendo la dura posguerra. «El apoyo al rey de la casa de Habsburgo no solo no mejorará su situación sino que acabará de hundir el mundo que las costumbres habían construido».

MUSEU DE LA MÚSICA

Canciones de corte y de guerra

Los museos dedicados al arte más que a la historia y la sociedad también han puesto su grano de arena. Pero mientras que el MNAC, con su exposición sobre el más destacado pintor catalán de la época, Viladomat, se ciñe estrictamente a lo artístico, el Museu de la Música de Barcelona relaciona música y guerra en una de las exposiciones más amenas de la oferta del tricentenario, Les músiques dels 1714. Para empezar, la exposición muestra el cambio que se produjo por el doble efecto de la influencia francesa y la corte real de Carlos III en Barcelona: la sustitución de tradiciones de música y danza locales, que acabaron folclorizadas, por las francesas e italianas.

Con gráficos interactivos y audiciones se repasa la presencia de la música en la corte (se representó por primera vez ópera), en el puerto (el baile cumblé de aire americano), en los desfiles militares (los gitanos de la ciudad eran los músicos de la coronela), en las iglesias (con composiciones sacras de doble uso, ahora felipistas, ahora austracistas), en las calles y salones...

Algunas joyas. Las canciones de propaganda austracista (tres grandes temas; la defensa de «la llibertat» y el odio al virrey Velasco, «més mal homa que Mahoma» y  a todo francés, sin distinción), el verdadero origen del Cant dels Ocells (una canción en que todos los pájaros cantaban la llegada del águila imperial de Carlos III) y la pervivencia de la memoria popular de la guerra y la derrota en canciones como Bac de RodaMambrú o incluso El gegant del Pi, de probables orígenes militares.