'El amanecer del planeta de los simios', un mundo primitivo y violento

Prolongación directa y sin demasiadas digresiones de El origen del planeta de los simios, la película firmada por el estilista Matt Reeves (Monstruoso y la versión americana de Déjame entrar) arranca con el tradicional mundo devastado, aquello a lo que se llegaba solo al final de la primera película de la serie, El planeta de los simios versión 1968, para presentarnos una historia de supervivencia.

La acción acontece en San Francisco, uno de los últimos reductos de la humanidad, una ciudad sin luz, sepultada entre musgo y óxido, la característica arquitectura de la ciencia-ficción distópica, y en el bosque cercano donde se han instalado los simios inteligentes. Dos mundos igual de primitivos tras el apocalipsis. Dos mundos irreconciliables que algunos personajes de ambos bandos intentan conciliar.

La estructura del relato y su desarrollo son muy simples, pero eso no es un defecto sino una virtud. Reeves realiza películas fantásticas de gran aparato intentando siempre que la envergadura de producción no limite los intereses y aciertos de las historias que maneja. Refleja muy bien el instinto primario de la supervivencia tanto de unos como de otros, no carga las tintas en los elementos más melodramáticos y a través de imágenes muy estudiadas (los chimpances desplazándose a través de las gruesas ramas de los árboles filmados en contrapicado, la presencia dantesca de la presa abandonada) nos traslada a un mundo donde lo básico se ha convertido en primordial.

La serie sigue abierta, así que probablemente tendremos más filmes con simios parlantes, simios agresivos, humanos racistas y humanos aterrorizados ante el fin de la civilización. De momento promete más que las derivaciones inútiles que se hicieron tras el filme inaugural de la saga.