entrevista con el escritor irlandés

Colm Tóibín "El teatro es como echar vaho en un cristal"

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ELENA HEVIA / Barcelona

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Hay un enorme contraste entre el rudo aspecto de Colm Tóibín (Enniscorthy, Irlanda, 1955) y sus amables palabras. El autor de las extraordinarias The Master y Brooklyn, uno de los grandes autores de una literatura, la irlandesa, que va sobrada de ellos, verá cómo su texto El testamento de María, que en formato de novela se publicó hace unos meses, llega al Grec. Hoy (y hasta el próximo domingo, en la Capella del Macba) la virgen laica que imaginó el autor se hará carne y lágrimas por obra y gracia de la actriz Blanca Portillo, dirigida por Agustí Villaronga.

El testamento de María fue antes una obra de teatro. ¿Por qué lo transformó después en novela?

 

-Se presentó en el Festival de Dublín y fueron tan solo 14 actuaciones. Me supo mal que aquello acabase. El teatro es como echar vaho en un cristal, nada queda después. Pero es importante saber que el impulso inicial fue una voz.

-¿De dónde procedía? 

-De las tragedias griegas, MedeaElectra o Antígona, y también de las partes de contralto de las cantatas de Bach, en las profundas voces de Kathleen Ferrier o Janet Baker, Lo que hice fue injertar determinados tonos de estas mujeres para crear una fuerza especial.

-¿El catolicismo de su niñez ha pesado a la hora de escribir esta obra? 

-El catolicismo irlandés es muy parecido al que se practica en el sur de España. Allí la Virgen es más importante que Jesús. Y existe un buen motivo para que así sea. Ella era humana, lloró la muerte de su hijo, entendió el dolor y eso forma parte de la misma vida.

-No solo contempla a María con una mirada laica, sino que además la ha imaginado pagana. Eso molestó en Estados Unidos.

-La noche del estreno hubo manifestaciones en Broadway pero nadie se fue a media función. Yo solo intentaba explorar y quería hacerlo sin acritud, porque no estoy enfadado con la religión de mis padres.

-En su obra hay un abismo entre los hombres que escriben la historia y las mujeres que la viven y la sufren.

-Creo que eso condiciona dos lenguajes distintos. Si tienes una experiencia traumática y consultas a un abogado, este intentará encontrar un lenguaje aséptico para ordenar tu experiencia, sin embargo tú lo harás con otra lengua quizá más caótica pero más viva. Ese es el lenguaje del novelista, una mezcla de cosas informes.

-María, la mujer que piensa de una manera y actúa de otra, no es muy distinto de otros personajes reprimidos de sus novelas. 

-Los escritores tenemos un solo tema. Puedes intentar encontrar uno nuevo, pero el antiguo no acaba de desaparecer.

Pero usted no tiene nada de reprimido. Ha declarado públicamente su homosexualidad. No se esconde.

 

-No siempre ha sido así. Cuando tenía 16 o 17 años las cosas no eran tan fáciles. Te haces adulto y te comportas como si estuvieras bien pero seguro que un psiquiatra descubriría alguna cosa.

-En ese proceso de encontrarse a sí mismo, Barcelona adquirió una importancia crucial. 

-Viví aquí unos años acabada la universidad. Si vienes del norte el Mediterráneo es puro placer, gente disfrutando del color, la gastronomía y el sexo. Pero aquí apenas pude escribir nada porque para hacerlo se necesita el invierno.

-¿De ahí que la fría Irlanda tenga tantos escritores y tan buenos?

 

-Eso y también que el papel es barato.

-¿Sigue veraneando en el Pallars? 

-Sí, ese lugar es como mi invierno irlandés. En el pueblo no hay cafetería y además la gente no cena hasta las diez.

-Su abuelo participó en la rebelión de 1916 y en su familia hay una tradición nacionalista muy potente. ¿Qué opina del proceso soberanista catalán, usted que tantos amigos tiene aquí?

 

-La idea de independizarse como una manera de encerrarse ya no tiene ningún sentido. Yo veo a Catalunya dentro de la Unión Europea. Es verdad que existen nacionalismos oscuros como el croata pero el de Catalunya es muy abierto. Creo que todavía funciona aquello que dijo Jordi Pujol que catalán es quien vive y trabaja aquí, así es posible convertirte en catalán. Además creo que la independencia a la larga acercaría más a Catalunya y España. Ambos se darían cuenta de que tienen más cosas en común de lo que creen.