EXPOSICIÓN EN BILBAO DE 200 OBRAS CONCEPTUALES DE LA ICÓNICA CREADORA JAPONESA

La segunda vida de Yoko Ono

La viuda de Lennon inaugura su gran retrospectiva en el Guggenheim

ANNA ABELLA / Bilbao

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El fantasma de John Lennon sobrevoló ayer las salas del museo Guggenheim de Bilbao. Allí, su icónica compañera, con 81 años recién cumplidos y convertida en pionera y referente del arte conceptual, la 'performance' y el cine experimental, ha desplegado una retrospectiva que abarca más de medio siglo de su producción artística. "Yo sigo pensando que está aquí. Él está con nosotros, a través de sus bellísimas canciones", afirmó sobre el 'beatle' la menuda Yoko Ono (Tokio, 1933), ataviada con su conocido 'look' de traje negro, gafas de sol y con un sombrero claro ladeado.

La muestra, 'Half-A-Wind-Show', que puede visitarse hasta el 1 de septiembre, descubre a través de 200 obras -objetos, películas, documentación de 'performances', instalaciones, dibujos, fotos...- su vanguardista universo creativo y reivindica a "la artista desconocida más famosa del mundo", como la llamó Lennon en su día, que para muchos aún es solo la viuda del 'beatle' o la 'bruja' que abocó a la disolución del grupo de Liverpool.

Habitualmente reservada -la prensa estaba advertida de que no aceptaría preguntas sobre los Beatles-, Ono se marcó sin embargo un baile 'estilo taichi' en el posado ante los medios gráficos y hasta filosofó sobre la muerte. "No hay que sentir miedo a la muerte. Significa cambio y el mundo se beneficia de nuestros cambios. Cada día morimos y cada día volvemos a nacer". Y añadió que no siente la edad que tiene. "La edad no tiene importancia. Siento que he entrado en la segunda fase de mi vida y me gustaría explorar lo que no ha sucedido aún como mi nueva yo".

Y 'Entrada' (1998-2013) -una puerta giratoria de cristal y una cortina de cuentas azules- da la bienvenida a la exposición, comisariada por Álvaro Rodríguez Fominaya y John Hendricks, y en la que abundan las obras participativas características de Ono, cuyas 'Instrucciones' guían al público, dándole un papel activo y "motivándole a ir más allá". Lo hace en 'Pintura de techo', gracias a la cual Lennon quiso conocerla porque le llamó la atención, en una galería de Londres, en 1966, "el mensaje positivo que transmitía", explicó Hendricks. "La obra invita a trepar por una escalera blanca donde una lupa cuelga del techo. Al usarla el visitante descubre la instrucción 'Yes'. Fue un elemento de unión entre los dos". También lo fue 'Pintura para clavos y martillo', donde Ono pide al público que clave los clavos en un panel blanco. "Le demostró que Lennon estaba en su misma longitud de onda. Él le preguntó '¿Puedo?'. Ella le dijo: 'Si antes pagas 5 chelines'. 'No los tengo'. 'Entonces no puedes'. 'Pero puedo clavar un clavo imaginario'".

No faltan obras como 'Teléfono en laberinto', una cabina de plexiglás con un teléfono cuyo número solo posee Ono y al que ella, jugando a lo inesperado, llamará periódicamente para hablar con el visitante que en ese momento esté allí. Ni filmes como 'Mosca' (1970), donde el insecto en primer plano pasea por el cuerpo desnudo de una mujer, o 'Pieza cerilla' (1966), que muestra un fósforo consumiéndose, metáfora de la efímera vida.

Recordó Ono que "de niña quería ser como el guerrero japonés que debía atravesar en la vida siete tragedias y ocho sufrimientos". "Cuando murió John vi que en vez de eso lo que quería era tener siete alegrías y ocho tesoros. Y lo hice". Y siguió haciendo gala de optimismo: "¡Qué mundo tan bello estamos creando, en el que todos pueden comunicarse y relacionarse a través del ordenador. No debe asustarnos hacia dónde vamos, creo que caminamos hacia un mundo en paz. Dije que llegará en el 2050 pero tendré 116 años, así que mejor el 2025 -bromeó-. Quizá tenga suerte y vea la paz en el mundo".