UN RETRATO CORAL DE LA VIDA LITERARIA DE LOS AÑOS 70

Saladrigas rescata sus entrevistas en 'Destino'

El autor y crítico publica 'Rostros escritos' y 'Paraules d'escriptors'

El escritor Robert Saladrigas, en la sede de Galaxia Gutenberg.

El escritor Robert Saladrigas, en la sede de Galaxia Gutenberg.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Eran otros tiempos. Los años 70. Entonces todavía se podía entrevistar a un autor sin límite de tiempo, queriendo establecer un retrato más allá de la urgente promoción de un libro -un proceso que todavía estaba en mantillas- y además fijar las claves de la cocina, el proceso creativo y el credo literario de cada cual. Entre 1968 y 1975 el entonces treintañero periodista cultural, crítico y escritor Robert Saladrigas firmó  en la revista Destino una sección que le llevaría a realizar unas 130 entrevistas, con escritores del momento, que acaban de ser recuperadas en libro bajo los títulos Rostros escritos y Paraules d'escriptors (Galaxia Gutenberg) en los que se recogen 49 autores españoles y 42 catalanes que vistas en retrospectiva conforman un retrato coral de una época que se completa con un libro anterior, Voces del boom, donde se reunían las entrevistas que hizo a los autores latinoamericanos más significativos de aquel movimiento.

El kilómetro cero de aquella iniciativa titulada Monólogo con -porque, junto a la descripción detallada del autor, se incluían sus declaraciones a modo de soliloquio- fue la entrevista que un deslumbrado Saladrigas tras leer Cien años de soledad hizo a Gabriel García Márquez, cuando este residía en Barcelona, después de que Tísner los presentara.

El trato con autores como Camilo José Cela, Ana María Matute, Juan Marsé, Salvador Espriu, Mercé Rodoreda, Baltasar Porcel y Pere Calders reforzó la entonces incipiente vocación de Saladrigas. «A muchos los conocía muy bien entonces. Y su trato me hizo admirarlos más, en muy pocas ocasiones cambio mi juicio», recuerda el autor, que no quiso entrevistar a Josep Pla justamente por el gran temor a sentirse decepcionado con la persona. «Entonces no comprendía que muchas veces el genio surge justamente de las debilidades». Con Cela, por ejemplo, Saladrigas ya se había ganado su confianza cuando, la primera vez que intentó entrevistarle, el futuro premio Nobel le espetó: «Invéntese usted la entrevista». Naturalmente Saladrigas se indignó y con ello se ganó el respeto de Cela, lo que no fue óbice para que en un paréntesis en la entrevista un cándido reportero radiofónico casi acabara escaleras abajo del hotel Colón impulsado por el irascible escritor.

JOVEN Y AMBICIOSO / Saladrigas se preparó a fondo y conversó con los autores varias horas en sus domicilios o en hoteles. Y a medida que se fue afianzando fue ganando mayor espacio en la revista. Gracias a su entrega  -«Yo entonces era joven, ambicioso y podía trabajar sin descanso»- logró fundir la reticencia de grandes hurones como Mercé Rodoreda -«Me confesó que prefería sus cuentos a sus novelas»- o Juan Marsé, a quien entrevistó tempranamente: «Vive muy pendiente del oficio pero es verdad que no le gusta teorizar sobre ello». O hacer que Espriu se apeara de su pose más académica: «A él le debo que me impulsara a escribir en catalán, me dijo que no haría nada en una lengua que no fuera la mía». También recuerda la infinita tristeza de Pere Calders, descolocado tras el exilio mexicano. «Fue antes del éxito de Antaviana, el montaje teatral que lo redescubrió. Entonces vendía muy poco».

Confiesa Saladrigas que no le gusta demasiado mirar atrás, pero este ejercicio retrospectivo le ha dejado buen sabor de boca. «Sí, creo que estos textos han superado la prueba del tiempo».