MUESTRA ÚNICA EN LONDRES
Vida y muerte bajo el Vesubio
Al perro le sorprendió la muerte en la puerta de la casa de Orpheus en Pompeya. Quedó tumbado, con las patas delanteras hacia arriba, retorciéndose en agonía. Aún lleva el collar puesto. Sus dueños debieron salir huyendo, tratando de salvarse de la erupción del Vesubio. En el año 79, el volcán destruyó y al mismo tiempo preservó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, en la bahía de Nápoles. Desde el 1700, sucesivas generaciones de arqueólogos han ido desenterrando calles, tabernas, burdeles, casas intactas, con sus moradores dentro. El Museo Británico de Londres nos invita a recorrer esos hogares, a entrar en la intimidad de aposentos y alcobas, a fisgonear en las cocinas, a rebuscar en los joyeros. Es una experiencia única, porque muchos de los 450 objetos expuestos nunca habían salido antes de Italia. Única porque podemos ver cómo vivía aquella sociedad próspera, de comerciantes y esclavos, mujeres y niños.
El énfasis de la muestra recae en el ámbito doméstico. Ahí están los frascos de perfume, la cuna de un bebé, la mesita de madera carbonizada, que conserva su fina elegancia. Y están, aunque parezca un milagro, las lentejas, los garbanzos, las avellanas y almendras, junto a una fuente de higos petrificados, que nadie se llegó a comer y unos dátiles llegados de algún lugar lejano.
Hay mosaicos y pinturas murales tan conocidas como la del panadero Terentius Neo y su esposa. Algunos tesoros en cambio no se han mostrado en público antes, como los relieves esculpidos en mármol o los paneles de marfil, hallados en las alcantarillas de la ciudad.
El sexo era parte de la vida cotidiana de aquellos romanos. Se calcula que en el tiempo de su destrucción había al menos nueve burdeles en Pompeya, pero quizás hubiera hasta 35. La gente tenía obras eróticas en sus casas, muchas de ellas bastante explícitas. En un jardín de Herculano se halló la escultura en mármol del dios Pan, en pleno acto sexual con una cabra. Y, en otra pintura expuesta en Londres, un hombre y una mujer hacen el amor, con un miembro del servicio doméstico listo para atenderles si necesitan algo.
El final es sobrecogedor. Es un shock encontrarse con los cuerpos de quienes murieron en el desastre. Entre los atrapados bajo las cenizas hay una familia. El padre y la madre yacen de espaldas, con los brazos en alto, como intentando protegerse. En el regazo de ella hay un bebé y a su lado, tendido en el suelo, otro niño de corta edad. Aún hoy, se hace un nudo en la garganta al contemplar la escena.
Vida y muerte en Pompeya y Herculano abre mañana y se podrá visitar hasta el 29 de septiembre.
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