CRÓNICA

Un brebaje muy bien servido

Un reparto con debutantes en el Liceu cautiva con 'L'elisir d'amore'

Una escena del montaje 'L'elisir d'amore', que el Liceu ofreció el pasado domingo.

Una escena del montaje 'L'elisir d'amore', que el Liceu ofreció el pasado domingo.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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Fresco, ágil, festivo y con buenas y nuevas voces. El montaje deL'elisir d'amoreque Mario Gas estrenó en la temporada 1997-1998 y repitió en el ejercicio 2004-2005, regresó el domingo al Liceu con una acogida tan entusiasta como en las anteriores ocasiones. Y es que la lectura escénica, inspirada en el neorrealismo italiano y recreada en el ambiente urbano de la Italia de Mussolini, funciona tan bien que solo necesita un reparto adecuado para dar vida al contenido de esta obra de Donizetti representativa del mejor belcantismo romántico.

Este era el principal reto de estas funciones populares -habrá dos más, el 16 y 18 de este mes- antes de que llegue, el 27 de mayo, la artillería mediática vocal de las representaciones de abono, encabezada por Rolando Villazón. El triunfador de la tarde del domingo fue el tenor mexicano Javier Camarena debutante en el Liceu, que compuso un Nemorino de libro tanto por la calidad de sus recursos canoros, edificados sobre un bello y matizado color de voz, como por sus prestaciones cómicas. Su expresividad gestual provocó en algunas fases la espontánea risa del público y su canto de gran lirismo estuvo siempre ajustado al libro de estilo. En una actuación sin altibajos llegó al ariaUna furtiva laccrimapletórico de recursos y evitando artificios. Mereció los largos aplausos y bravos.

DOMINANTE Y CAPRICHOSA / La californiana Nicole Cabell, en su primer papel en el Gran Teatre del Liceu, fue de menos a más como Adina. A pesar de competir con el inolvidable recuerdo de la actuación de Angela Georghiu de hace siete años, supo dar con corrección el tono de mujer dominante y caprichosa pero finalmente entregada al amor de Nemorino. Su mejor momento fue el ariaPrendi per me sei libero.

Àngel Ódena, que acaba de debutar con éxito en el Met, fue un seguro chulesco sargento Belcore, y Simone Alberghini triunfó como Dulcamara, un papel servido con una cínica vis cómica y estupenda vocalidad. El divertido estafador reparte elmilagrosobrebaje amoroso incluso tras el final de la función con un paseo entre el público mientras repite el concertante de cierre con la ayuda de los aclamados cantantes y el inspirado coro. Bien también Eliana Bayón como Gianetta, y con mucho oficio Danielle Callegari dirigiendo a la orquesta del teatro desde el foso.