LA GIRA CATALANA DE LA VETERANA CANTANTE

Omara Portuondo, la cubana imparable

La artista actúa hoy en Tarragona con un renovado Buena Vista Social Club

La cantante cubana Omara Portuondo, que hoy actúa en Tarragona con Buena Vista Social Club.

La cantante cubana Omara Portuondo, que hoy actúa en Tarragona con Buena Vista Social Club.

NÚRIA MARTORELL
BARCELONA

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AOmara Portuondo no hay quien la detenga. A sus 81 años la cantante cubana se ha reencontrado con un Buena Vista Social Club que desde hace años se va adaptando a las circunstancias: varios de sus veteranos y venerables integrantes originales ya fallecieron o bien no forman parte deltour catalán que les lleva hoy al Festival ETC de Tarragona y el próximo viernes al de Peralada. «Pero los que se han incorporado mantienen el espíritu y concepto de la formación», asegura Portuondo.

«Son jóvenes y buenísimos. Como Ronaldo Luna, el nuevo pianista, que era un gran admirador de Rubén González (quien falleció en diciembre del 2003, el mismo año en que murió también Compay Segundo). Recuerdo que Ronaldo venía a verme trabajar antes de hacerse profesional y toda su cosa era conocer a Rubén, algo que nunca sucedió ¡Cómo le admiraba! Y resulta que en su forma de tocar hay algo de él, ¿te lo puedes creer?», comenta la artista.

«Y luego está el trompetista Guajirito (Luis Miralba Plasencia), quien en noviembre está previsto que toque con su abuelo. Anda que no está orgulloso de él -suspira-. Su nieto es un gran trompetista, y muy respetuoso. Y también en el bajo está Pedro Pablo Guiérrez. Estoy segura de que a Cachao le encantaría cómo toca. Todos estos jóvenes sienten el orgullo de tocar las músicas tradicionales cubanas y respetan sus esencias», insiste Portuondo.

EL 'EFECTO WIM WENDERS'/ Sobre esta nueva llamada a filas de la formación, aclara: «En realidad, nunca dejé de estar con ellos. Es curioso, antes de que me reclutaran yo ya trabajaba sola y había puesto la voz en un disco. Y cuando nos juntamos recorrimos Europa pero nos faltaba la conquista de Norteamérica. No nos querían, claro, por ser de Cuba. Pero cuando pasó lo que pasó (añade, refiriéndose al éxito que cosecharon a raíz del documental de Wim Wenders) todo cambió. Y desde entonces siempre que pueden, nos llaman para tocar allí».

Tantos años siendo la novia delfilin, ¿no sería hora de dar un paso más? «¡No! Me ha ido muy bien siendo novios nada más. Si me llego a casar, se rompe el matrimonio», ríe. En cambio, mira qué historia más linda mantenemos. Aunque por desgracia, elfilin se ha quedado sin más novias ni novios: quedan muy pocos autores e intérpretes».

Portuondo dio sus primeros pasos como bailarina en el Tropicana, con su hermana, «que tenía una voz excelente, como de soprano. Allí aprendí a hacer coreografías. Era un tiempo en el que para hacer ballet tenías que ser blanco. Y resulta que yo tenía condiciones para bailar, aunque me daba cosa que me vieran los muslos. Y, ¿sabes? Fue mi madre la que me animó a hacerlo», recuerda.

En el Tropicana conoció a grandes como Edit Piaf: «Nunca se maquillaba y con su ropa sencilla y sin gesticular con las manos, cantando nada más, ¡cómo emocionaba!». Y a Nat King Cole: «Qué gentil y caballeroso. Parecía que tampoco hiciera nada especial. Y tenía lo que se llama un oído absoluto. Sin oír antes la nota de ningún instrumento salía a cantar, llegaba al piano y el tono era ¡exacto!. Luego su hija quiso conocerme y vino a verme a California. Y claro, le hable de lo extraordinario que era su padre».

Portuondo asegura que los cambios que ha ido sufriendo su isla no le han «afectado para nada». «Ahora resulta que todo el mundo está mal. Cada cual tiene sus problemas, como España misma. Y Portugal. Y el mundo árabe. Pero con la música se ahuyentan las penas». Además, explica que ella nunca pierde la esperanza. «¿Cómo voy a hacerlo? Mi madre se llamaba Esperanza. Y está siempre conmigo».