CRÓNICA
Grimes, el pop escurridizo
La artista canadiense retorció su insólito repertorio
La canadiense Claire Boucher, alias Grimes, ha llamado la atención este año con un nuevo disco en el que perfila mejor que nunca su ecléctica idea del pop del siglo XXI: una mezcolanza de melodías ensoñadoras a lo Cocteau Twins, sexualidad r&b y ritmos techno y electro, entre otros mil ingredientes. Visions, que así se llama la criatura, es un disco casi inasible, cuyos sonidos se entrecruzan y alían de forma difícil de discernir.
No es pop ni rock al uso, sino más bien una especie de laboratorio sónico; y por eso no cabía esperar de la actuación de Grimes nada dentro de lo común. Ataviada como una minidiva del j-pop, empezó el show tirándose una botella de agua por encima. Y no sabemos si algo de esa agua llegó a su equipo, porque lo que continuó tuvo un cierto componente de caos. Un caos a veces disfrutable y voluntario, que llevó un repertorio ya de por sí retorcido (radical Nightmusic) a niveles inéditos de abstracción.
Por desgracia, una parte del caos parecía involuntario: la artista dio algunos gritos artísticos (en sintonía con la Björk más punk) pero otros de simple, llana frustración por cosas que parecían no ir bien. Habrá quien ya la tache de su lista. Otros tendemos a pensar que hay Grimes para rato.
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