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Una muerte anunciada

JORDI PUNTÍ

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Se acerca Sant Jordi y en las librerías ya no caben más novedades. Los libros luchan por un espacio visible y, de repente, los títulos casi nuevos pasan a la reserva. Es como si alguien pusiera el contador a cero. Pensaba en esta fugacidad el otro día, tras leer un libro fascinante del que se ha hablado poco: Solo para gigantes, de Gabi Martínez (Alfaguara). Aparecido a finales del año 2011, hace una eternidad, este reportaje periodístico en forma de novela merecería más lectores porque es un libro intenso y original.

Solo para gigantes indaga en la vida insólita y la muerte anunciada de Jordi Magraner, un joven francés de origen valenciano que en 1987 viajó hasta al Hindu Kush, la región fronteriza entre Pakistán y Afganistán, y vivió allí durante 15 años. Su principal misión era buscar el yeti (sí, el monstruo de las nieves), pero poco a poco se convirtió en un ser incómodo para las autoridades y en toda una personalidad entre los kalash, los pastores de la región.

Ningún occidental conocía mejor sus costumbres. Les daba trabajo, abría vías para las ONG o educaba a sus hijos, pero también les imponía su carácter obsesivo y contradictorio. Esta imagen empezó a tambalearse con el auge de los talibanes en la región. Jordi Magraner se convirtió en un indeseado para los musulmanes y la policía le advirtió de que corría peligro. Entonces, un día de agosto del 2002, apareció asesinado en su casa.

Años después, Gabi Martínez tomó esta historia real y la siguió hasta donde le fue posible, que es muy lejos. Conoció a la familia y a los amigos de Magraner, también a sus enemigos; leyó sus diarios y cartas, estudió sus fotos; viajó hasta Pakistán y puso su vida en peligro. Luego orquestó toda la información y la escribió como una novela de aventuras y misterio, pero también como el retrato de un hombre temerario, mitómano, con sus zonas de sombras (en su sexualidad, por ejemplo), también como un libro de viajes y un documento político.

El resultado es un relato arriesgado, que merece el favor del boca-oreja. Es así: quien lo lea, lo recomendará.