Publicada en El Periódico el día 29 de agosto
Gósol, el kilómetro cero de la modernidad picassiana
El pueblo renueva su museo para narrar la ruptura de Picasso con la tradición
En la primavera de 1906, Gertrude Stein, una de las coleccionistas de arte más importantes del siglo XX, le pidió un retrato a Pablo Picasso. Tras cien sesiones de posado, el rostro de la mecenas seguía siendo una mancha vacía en el lienzo. Picasso no encontraba una solución pictórica que le gustara y la tela quedó aparcada. Semanas después, el malagueño resolvió el retrato sin modelo en solo una tarde, y la pieza se convirtió en uno de los iconos de la modernidad. ¿Qué ocurrió entre el bloqueo y la inspiración? Gósol (Berguedà). El artista y su compañera Fernande Olivier pasaron, entre mayo y agosto, 11 semanas en este pueblo del Pirineo catalán. El tiempo suficiente para que Picasso dejara de ser un pintor vinculado a la tradición e iniciara su peculiar camino hacia los nuevos lenguajes pictóricos. De cómo fue y cómo se produjo dicha transformación pretende hablar en un futuro el recién inaugurado Centre Picasso Gósol.
El museo ya existía, pero este verano ha estrenado edificio. Es la primera fase de un proyecto más ambicioso que pasa por actualizar las reproducciones -no dispone de originales-, generar material didáctico y realizar actividades. Es decir, convertirse en un centro de interpretación. «La idea es ofrecer conocimiento, no obras. Imaginar qué pasaba en Gósol cuando Picasso pintaba», explica Jèssica Jaques Pi, autora del proyecto teórico del centro y de la única monografía que existe sobre este periodo,Picasso en Gósol, 1906: un verano para la modernidad (Antonio Machado Libros).
NI TISIS NI TIFUS / Y lo que narra Jaques que aconteció durante esas semanas no sigue el camino trazado por la narrativa picassiana tradicional. Para ella, la obra que el malagueño ejecutó en el Pirineo no forma parte de la época rosa sino que supone el abandono total de esta. Y significa un cambio fundamental en su trayectoria por los hallazgos plásticos que en ella plasmó. «El cambio es Cézanne. En París había digerido muchas cosas pero no a Cézanne», afirma Jaques. A través del trazo del francés y del trabajo incansable sobre los rostros de la gente de Gósol llegó a la solución de la máscara. Y a la modernidad. «Es en Gósol donde crea sus primeras obras modernas:El harén,Fernande con pañuelo en la cabeza yFernande acostada. Y es aquí, también, donde se incubanLes demoiselles d'Avignon».
Pero si Gósol es una etapa tan fundamental, ¿por qué ha sido subestimada por la narrativa picassiana? «Picasso no se ha explicado desde aquí, sino que lo han hecho los franceses y los americanos, y esto se les escapa. Además, la referencia es Palau i Fabre, que lo pone dentro de la etapa rosa», lamenta Jaques.
Las discrepancias de la historiadora con la tradición no se acaban aquí. Tampoco ha encontrado nada que confirme que Picasso llegó al Pirineo para curarse de la tisis y que marchó por miedo al tifus. Para ella, todo fue más sencillo: visitó a su madre en Barcelona, decidió volver a París vía Gósol y se fue de allí cuando tuvo la solución al cuadro de Stein. ¿Fue así? «La teoría del arte es eso: una teoría».
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