La sinceridad sale a flote

Detrás del debut novelístico de Miqui Otero hay una larga trayectoria de periodismo alternativo y activismo cultural y musical sin etiquetas. No quiere saber nada de los Nocilla. quedó fuera de la lista de Granta y rechaza queHilo musicalsea generacional, aunque el libro establezca un retrato posible de la gente de su edad: «Si el cáncer de la generación de los 80 era el malditismo y la autodestrucción -a ese grupo pertenecía su primo, el desaparecido Francisco Casavella-, la nuestra está lastrada por el cinismo. Sin haber hecho nada en la vida estamos de vuelta de todo».

Otero, que se define como a «contracorriente» de esas señas de identidad, ha escrito una novela anticínica de una sinceridad convincente. «Yo es que a los 11 años ya era viejo». La escritura fue una enfermedad compulsiva en su adolescencia -«Stephen King era Bartleby a mi lado»-, de la que ahora tras años de voluntario «barbecho literario» se considera corregido y depurado.

PARQUE TEMÁTICO / Como en una novela de Georges Saunders, la historia deHilo musicaltambién transcurre en un parque temático convertido en metáfora del mundo. Otero reedita el clásico argumento del maestro y el alumno con un cierto regusto a novela de aventuras, que le sirve de modelo. «El joven protagonista es como el grumete, mientras el tipo mayor sería como el capitán del barco, un tipo resentido que fue pirata».

No hay que equivocarse.Hilo musicaltiene un barniz pop pero en fondo aspira a ser una novela clásica. «Es que mi cultura es de objetos encontrados y no puedo evitar echar mano de ellos». Luego está la música: «Uno de los vectores que he querido seguir es la claridad de dirección de algunas canciones. Me gusta el tono que tienen las canciones cuando las interpreta un grupo que todavía no se ha dado a conocer. Esa ingenuidad con la que se habla del entorno inmediato, eso que se pierde con el segundo disco, es lo que yo he buscado aquí».

Otero viene avalado por cuatro voces afines. Los novelistas Kiko Amat y Javier Calvo -algo así como sus hermanos mayores-, el crítico Jordi Costa -«que se ha negado a ser un mandarín acomodado de la contracultura»- y Joaquín Reyes. «Un genio absoluto de la comedia». ¿Le dio tiempo a Casavella a saber que su primo escribía esta obra? «Él siempre me animó. Cuando hablábamos de literatura me decía: 'Escribe una novela antes de los 30 y después hablamos'. Murió justo cuando estaba acabando la primera versión».