67ª edición del festival de Venecia

'I'm still here' juega con el público en su retrato de Joaquin Phoenix

El documental sobre la retirada del actor levanta dudas sobre si es una gran broma o no

Joaquin Phoenix, ayer en Venecia, bajando de un 'vaporetto'.

Joaquin Phoenix, ayer en Venecia, bajando de un 'vaporetto'.

NANDO SALVÀ
BARCELONA

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Si quieres irte de un sitio lo mejor es que salgas por la puerta, no que digas que te vas pero luego te quedes. Aunque puede parecer perogrullesca, la afirmación resulta apropia apropiada para hablar de I'm still here, documental -o no-que acompaña a Joaquin Phoenix durante los últimos dos años de su vida, desde que se dejó crecer el pelo por toda la cara y anunció que, pese a haber sido nominado dos veces al Oscar y ser considerado el mejor de su generación, abandonaba su carrera como intérprete para grabar un disco de hip-hop. El actor Casey Affleck, director de la película y cuñado de Phoenix, la presentó ayer en la Mostra de Venecia fuera de competición. Se había anunciado que Phoenix también aparecería para comparecer ante la prensa. Finalmente no lo hizo. Luego se le vio bajar de un vaporetto, al parecer camino de la alfombra roja. Pero tampoco.

«No sé cómo va a reaccionar Joaquin al verse en la pantalla. Creo que le va a ser muy difícil verse tal y como sale en el filme», explicó Affleck ante la prensa con el gesto absolutamente severo para dejar claro que, a pesar de lo que se ha especulado desde que la noticia se hizo pública, todo lo que se cuenta en la película es rigurosamente cierto, que, en efecto, Joaquin Phoenix no volverá a hacer cine. Sin embargo, no se le ha ocurrido forma mejor de hacerlo que protagonizando una película. «Me siento atrapado en esta prisión autoimpuesta. No quiero volver a representar el papel de Joaquin Phoenix nunca más», confiesa a la cámara. Sin embargo, a lo largo de I'm still here no hace sino precisamente eso.

DIFÍCIL ADIVINAR / Affleck captura al protagonista de Gladiator y En la cuerda floja balbuceando rimas raperas de forma más bien lamentable, sentado frente al showman David Letterman durante esa famosa entrevista en la que fue incapaz de articular respuestas mínimamente coherentes ante las más básicas preguntas. La película, que muestra más genitales masculinos que algunas películas porno, también muestra a Phoenix esnifando cocaína, contratando los servicios de prostitutas, practicando sexo oral con su publicista y, no es broma, siendo defecado en la cara mientras duerme.

Algunos momentos, como su derrumbamiento tras el encuentro con Letterman, resultan dolorosamente creíbles; otros, como una reunión en la que abronca a Ben Stiller después de que éste le ofrezca un papel, parecen pura farsa. Así pues, resulta francamente difícil adivinar si Phoenix se está riendo de nosotros o es que ha perdido la cabeza. «Esto no es una broma», reiteró ayer Affleck, aunque es posible que sus palabras sean parte necesaria de la broma misma. La cuestión es, considerando qué divertida, bizarra y extrañamente sofisticada resulta la película, ¿qué más da?