Entrevista con el pianista

Joaquín Achúcarro: «Hay música por todos sitios; sufrimos una agresión sonora»

Joaquín Achúcarro, más de 50 años dedicados al piano.

Joaquín Achúcarro, más de 50 años dedicados al piano.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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El maestro Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) ha antepuesto siempre su pasión por la música a las ganas de figurar. Pero alguien le convenció para hacer un DVD por sus bodas de oro. La grabación cuenta con una brillante interpretación delConcierto Nº 2 para piano y orquesta, de Brahms. Incluye un documental en el que directores como Zubin Mehta y Simon Rattle y cantantes como Plácido Domingo nos acercan a un hombre de sensibilidad extrema. Achúcarro reflexiona también sobre la música y su relación con ella. La incomparable Alicia de Larrocha le llamaba «monstruo». Arthur Rubinstein, tras escucharle por primera vez, dijo que era músico «hasta la médula». Lo volverá a demostrar esta noche en el festival de Torroella de Montgrí.

–¿Qué tocará en un festival al que es fiel desde hace años?

–A Schumann y a Chopin. Resulta que es el año de su bicentenario y se conmemora. Pero a mí todo esto me hace mucha gracia. A nadie se le ocurriría celebrar el año de la butifarra porque siempre las comemos. Para mí, Mozart, Bach, Chopin o Schumann no necesitan estas efemérides. Debería ser para compositores menos conocidos, pero entonces, ¿quién iría a los conciertos?

–¿Cómo surgió la idea del DVD?

–Tenía la intención de hacer un CD con preludios de Chopin pero el director de BBVA decidió que sería mejor hacer algo con orquesta. Así le propuse el segundo concierto de Brahms. Llevo más de 50 años conviviendo con él, desde que en diciembre de 1957 compré en Viena la partitura por cinco chelines. Lo toqué por primera vez en el Palau.

–¿Nunca se ha cansado de convivir tanto tiempo con esa obra?

–Es imposible. De los conciertos de Brahms no te cansas nunca. ¿Acaso te puedes cansar de mirarEl Cristode Velázquez, de La Mona Lisa, de cualquier cuadro de Goya? Son cuadros que cuanto más los miras, más sabes, que cuanto más vives, más comprendes. Lo mismo ocurre con ese brahmso con Mozart.

–El documental además descubre su faceta de ciclista.

–El minuto de la bicicleta sorprende, ¿verdad? No se lo diga a nadie pero hicimos seis tomas. La música exige que estés en buena forma tanto física como mental. Muchos creen que tocar es un don divino. Que sales, haces el concierto, cobras y te vas. Los músicos hemos de trabajar para estar en óptimas condiciones.

–¿En qué se parece el mundo de la música al de cuando saltó a la fama al ganar el concurso internacional de Liverpool en 1959?

–En nada. No había tantas versiones como ahora, sino solo una, a lo sumo dos. Compárese eso con lo que tenemos hoy. Ha llegado el momento de defenderse de la agresión sonora que padecemos. Se escucha música en todos sitios y hay una oferta tan grande que complica la capacidad de elección. Yo crecí con un solo disco de piano. Máxime dos, cuando había la versión de Horowitz además de la de Rubinstein.

–¿Qué pensó al enterarse del fraude de Félix Millet en el Palau?

–Lo que todos: qué horror. Yo me sumé a la petición de que tuvieran el Príncipe de Asturias. Imagínese.

–Por último, ¿qué tiene para usted Torroella, adonde vuelve cada año?

–Torroella es especial y también lo es Josep Lloret, su director. La fidelidad de su gente es enorme. Cada vez que se anuncia un concierto se vende. Espero con ansiedad que construyan el auditorio. Con crisis o sin crisis lo conseguirán. Torroella ha capeado todos los temporales.