CRÓNICA

Aleccionador viaje al medievo

Joan Solana y Tasto Solo unen dramaturgia y música en Torroella

Un momento de la representación de 'El somni del crepuscle'.

Un momento de la representación de 'El somni del crepuscle'.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
TORROELLA DE MONTGRÍ

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Todo un reto para Torroella. La iglesia de Sant Genís fue escenario, la noche del viernes, de una de las grandes apuestas de este año. La producciónEl somni del crepuscle. Música a la cort d'Aragó en temps de Joan I i Martí l'Humà, programada como el concierto que desde hace 10 años dedica el festival a la memoria de Ernest Lluch, se enfrentaba a notables riesgos al tener que ligar la parte escenificada con tres actores dirigidos por Joan Solana, a la vez autor del espléndido texto, y las interpretaciones del grupo de música antigua Tasto Solo, encabezado por Guillermo Pérez.

El experimento de este aleccionador viaje al medievo acabó funcionando, a pesar de la mala pasada que la acústica del templo jugó a la dicción de los dos actores y la actriz que intervienen en el montaje. El eco del sonido dificultó la recepción limpia de los monólogos y diálogos de los intérpretes, aunque la muestra había subsanado en parte el problema al repartir, junto al programa de mano, el texto íntegro del relato del drama que vive Margarida de Prades (Laura Pujolàs), viuda de Martí el Humà –monarca del que este año se celebra el 600º aniversario de su muerte--, al conocer las consecuencias del resultado del compromiso de Caspe.

Pujolàs interpreta con fuerza y convicción el dolor de la soberana al conocer que fracasaban los sueños del futuro reinado de Frederic de Luna (Arnau Nadal), nieto preferido del rey para sucederle, y tener que aceptar la obligada huida del preceptor del niño Bernat (David Marcè), persona amada por la reina.

Todo este entramado está envuelto por el protagonismo de una selección de piezas representativas de la música que se tocaba al final de la edad media. Y resulta difícil poner algún pero a la interpretación con los sorprendentes instrumentos de época de la formación de Guillermo Pérez. Tanto su organetto, como los órganos, clave, arpas y la sección de viento rayaron a gran altura dando vida a autores anónimos y composiciones de Senleches y Trebor que nos trasladaron a la atmósfera de una corte que protegía y estimulaba la creación musical.

UN BUEN COMIENZO // El miércoles pudimos asistir al debut como director de la formación histórica del festival, Acadèmia 750, del clavinecista Stefano Demicheli. Con el bellísimoStabat Mater,de Pergolessi como principal atractivo, empezó con buen pie su andadura al frente de la orquesta. El músico turinés, discípulo de Ottavio Dantone, dirigió con gran entrega aunque con un punto de exagerado e innecesario efectismo a una formación que crece día a día y que se acabará de consolidar cuando sus programas encuentren un acomodo más amplio fuera de los límites del festival ampurdanés.

LA CALIDAD DE FARRAN JAMES // La aportación de la extravertida concertino Farran James, violinista de importante presencia escénica y gran calidad interpretativa, destacó de forma especial. Siempre atenta al ensamblaje del sonido entre las secciones, fue decisiva para el desarrollo de un programa que unió la música instrumental y vocal europea del primer tercio del siglo XVIII con autores poco divulgados aquí, como Johann Anton Reichenauer y Johann Frederic Fas. Especialmente interesante fue la versión orquestal deLes éléments, simphonie nouvelle,de Jean-Féry Rebel, que expresa el brillo de la naturaleza tras superar el caos primigenio.

La aportación vocal de la soprano Deborah York, con una buena técnica pero sin un gran poder comunicativo, y de la mesoprano gerundense Gemma Coma-Alabert, siempre expresiva y con buena variedad de registros, acabó dando la temperatura dramática delStabat Mater.Los repetidos aplausos del público premiaron el buen nivel de este atractivo espectáculo.