recuerdo de un concierto de verano / 9

El estreno de su mejor gira

Madonna // Barcelona // Palau Sant Jordi // 9.06.2001

NANDO CRUZ / Barcelona

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Su poderío como superventas es indiscutible y su condición de icono pop tampoco ha tenido competencia en las tres últimas décadas. Sin embargo, el directo siempre había sido el talón de Aquiles de Madonna. En directo no todo se puede disimular y cuando la Ciccone se animó a recorrer el mundo con su espectáculo en vivo, la tecnología aún estaba a la altura de su ambición escénica, así que la cosa se resolvía, como ocurrió en elBlond ambition world tourque aterrizó en el Estadi Olímpic de Barcelona el 1 de agosto de 1990, con saltos de cama y coreografías escotadas más propias de una revista devarietés.

Pero con el cambio de siglo y tras siete años sin salir a la carretera en los que se dedicó a maniobrar hacia la madurez, Madonna se disponía a poner la guinda a su carrera con la mejor gira de su vida: la gira de presentación de un disco,Music, cuya canción titular la mantenía en lo alto de las listas de ventas, a sus 43 años. Para estrenar tan trascendental montaje eligió el Palau Sant Jordi. Allí realizó los dos primeros conciertos de la gira mundial y dedicó varios días a ensayos generales.

TEATRAL Y DISCOTEQUERO / Dos días antes, los más impacientes pudieron ver desde el exterior del recinto cómo Madonna y los suyos repasaban casi todas las canciones del repertorio y cómo este esquivaba en la medida de lo posible el recorrido retrospectivo. Madonna llevaba ya 18 años de carrera a sus espaldas, pero elDrowned world tourse centraría en sus dos últimos discos, el místicoRay of light(1998) y el bailableMusic(2000). Y de ahí saldría un espectáculo teatral y discotequero donde se mezclaría la estética japonesa y lacowboy. Pudo ser otro pastiche pretencioso, pero esta vez fue justo lo contrario.

Los conciertos de superestrellas del pop siguen anclados en la estructura decimonónica de la ópera y los musicales: grandes decorados, cuadros de baile, cambios de estética para cada acto... En esto Madonna no rompió esquemas, pero sí lo hizo con el diseño de cada uno. Sobre todo en aquel bloque japonés en el que apareció con un kimono de mangas gigantescas y luego voló por los aires, suspendida del techo por unos cables invisibles, como los guerreros de la películaTigre y dragón. Madonna fue geisha y luchadora oriental, mujer maltratada y asesina en defensa propia y, en otro inesperado giro del guión, se transformó en vaquera del lejano Oeste para cantarHuman naturea lomos de un toro mecánico. Nadie dijo que Madonna no fuesekitsch.

El montaje fue casi siempre deslumbrante; todo un ejemplo para esos macroconciertos con mucho presupuesto y poco ritmo. Pero incluso cuando Madonna se quedó sola y un solitario foco la iluminaba en medio de la más absoluta oscuridad, supo brillar mientras cantaba la baladaGone. Era posible que una estrella del pop de los años 80 empuñase un micrófono y mantuviese la tensión durante cuatro minutos sin necesidad de bailarines, posturas eróticas ni confetis. ¡Era posible una Madonna madura!

Al día siguiente repitió el mismo concierto en un Palau Sant Jordi que esta vez no se llenó. Idéntico espectáculo. Idéntico resultado. Excepcional. Pocas veces tienes la oportunidad de asistir al estreno de una de las mejores giras de la historia del pop. Y casi nunca puedes repetir. Esta vez, sí.