Estreno de un grupo de éxito

T de Teatre da voz a las mujeres silenciadas de los años 30

De izquierda a derecha, Carme Pla, Mamen Duch, Marta Pérez, Àgata Roca, Xavier Ribalta, sentados, y Jordi Rico, de pie, en una escena de 'Delicades'.

De izquierda a derecha, Carme Pla, Mamen Duch, Marta Pérez, Àgata Roca, Xavier Ribalta, sentados, y Jordi Rico, de pie, en una escena de 'Delicades'.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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«A mi abuela y a las mujeres de su generación no les dejaban ser delicadas. Debían ser duras, no quejarse y cargar con la cultura del sufrimiento, del sacrificio y del silencio. Fueron educadas para oír, ver y callar». Así lo cuenta el dramaturgo y director Alfredo Sanzol, que se inspiró en su abuela y sus hermanas para inventarse un mundo, el de Delicades, que rescata «pequeñas historias y anécdotas que ellas nunca llegaron a contar». La comedia llega hoy al Poliorama y representa el debut del autor en el Grec, en alianza con las actrices de T de Teatre, que también se estrenan en el festival barcelonés. De ellas surgió la iniciativa de trabajar con Sanzol tras presenciar en el Lliure su montaje Sí, pero no lo soy, un divertido e ingenioso baile de identidades, en sintonía con el humor que gasta la compañía catalana.

«Yo descubrí a T de Teatre con ¡Hombres!, en 1995, y admito que han influido en mi manera de escribir», reconoce el dramaturgo. Por primera vez, tras casi dos décadas de trayectoria, las artífices de Criaturas abren sus puertas a dos actores: Albert Ribalta y Jordi Rico, que se suman al cuarteto femenino –Carme Pla, Marta Pérez, Àgata Roca y Mamen Duch– para dibujar una variada galería de personajes.

Estructurada como una sucesión de 18 sketches, la obra se sitúa en los años 30-40 pero salpicada de acronías –como en la escena en la que un padre insiste en ser aceptado como amigo en el Facebook de su hija–. «Tejo una telaraña de hechos y anécdotas que reflejan una realidad social y política», sostiene Sanzol, que traza el retrato emocional de una generación amordazada y marcada por la guerra. Lo hace a partir de unos personajes femeninos «supervivientes, curtidos en la lucha» que explican «un cuento de primavera sobre la vida y la muerte».

Para Sanzol, la vida se compone de «pequeñas historias graciosas, y detrás de ellas está la muerte y la tragedia». Historias como la del recluta que, para animar sus noches en el frente, manda a un amigo a hacerle una fotografía a su novia desnuda; o como la sentida muerte de un ratón –metáfora de nuestra propia muerte y la de los seres queridos–.

AMADAS PLANTAS // Reconoce el autor que el texto (traducido por Sergi Belbel) le sirvió para hurgar en su propio dolor y exorcizar carencias y traumas infantiles. «Mi abuela se expresaba más cariñosa con las flores y plantas que conmigo. Igual que sus hermanas, se pasaba mucho tiempo en el jardín, en el monte, y les dedicaban a los árboles y plantas sus palabras y caricias; con las personas eran mucho más reservadas».

El director ha trasladado a la escenografía el carácter de unos personajes con «los pies en la tierra y la mirada en el cielo». Tras el telón, aparecen un cielo y una Tierra que no se tocan. Y en medio, ese «planeta Delicades», dice Sanzol, habitado por el alma de su abuela y sus coetáneas.