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'La última canción', matar a Hannah Montana

La última canción Matar a Hannah Montana_MEDIA_1

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N. S.

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Diseñada para engatusar a espectadoras preadolescentes, y quizá a algunas de sus madres, y para repeler al resto del público, La última canción une a la actriz Miley Cyrus y su alter ego Hannah Montana con el empalagoso novelista Nicholas Sparks. Por tanto, maneja todos los melodramáticos clichés predilectos de este último, de los paisajes de postal, las tensiones de clase y las relaciones padre-hija a los besos al atardecer, los montajes musicales y los trágicos secretos en espera de ser revelados. Como de costumbre en uno de sus relatos, el gran dilema desde el principio es, ¿cuál de los personajes tiene cáncer?

La película invierte el sentido habitual de la relación cine-literatura. Sparks escribió el guión antes que la novela, siempre con la intención de ayudar a Miley Cyrus a dejar atrás Hannah Montana y pasar a la siguiente fase de su carrera. Pero pese a que en la célebre teleserie ha demostrado una férrea ética laboral, la interpretación no parece de momento ser lo suyo. Su personaje muestra más o menos la misma actitud en un incendio, una boda y un funeral.

Cyrus da vida a la idea que Sparks tiene de una chica rebelde, que es más o menos la que tendría Ned Flandes -no bebe ni fuma, pero sí protege huevos de tortuga marina de ser devorados por un mapache-.

En sintonía, la película entera es tan blanda que hace que Querido John, otra infame adaptación de Sparks, parezcaNueve semanas y media en comparación.