comedia dramática

'The good heart', más artificial que cáustica

Más artificial que cáustica The good heart_MEDIA_1

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Q. C.

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Esta coproducción de lo más internacional realizada por el cineasta francés Dagur Kári se basa en el pragmatismo de sus personajes y las situaciones de choque que protagonizan. Dos tipos marginales y un solo espacio, el de un bar, para relatar una historia ortodoxa barnizada de causticidad pero con un enfoque algo artificial.

Paul Dano y Brian Cox dan vida a los dos protagonistas y con sus respectivas composiciones engullen cualquier otro elemento de posible interés del relato. El primero es un joven mendigo neoyorquino que ha intentado en vano suicidarse. El segundo es el malcarado y airado propietario de un bar, más bien un tugurio, que acaba de sufrir su quinto infarto. Se conocen en el hospital, no intiman pero saben que tienen puntos en común, y el joven termina aceptando convertirse en el pupilo del otro.

El bar, como espacio y microcosmos que reúne a figuras secundarias de lo más diverso, aunque todas acaben siendo anecdóticas, así como la concepción de las relaciones entre los dos personajes, pretenden convertirse en metáfora de cosas más universales y determinantes sobre la condición humana. PeroThe good heartes una película limitada, o excesivamente controlada pese a los desmanes de Brian Cox, el casi siempre excelente actor británico que fue, antes que Anthony Hopkins, el primer Hannibal Lecter cinematográfico.

Su estilo oscila entre la comedia, tan cítrica e iracunda como el personaje encarnado por Cox, y el melodrama, con salidas de tono, momentos de pausa y una considerable tristeza ambiental propiciada por la banda sonora. Después, con la entrada en escena de un personaje femenino (la francesa Isid Le Besco), lo que ya era blando se reblandece aún más.