Matadores de gallinas

Ahora Bertín Osborne hace verbenas en lugar de entrevistas. Es un giro que le ha dado Tele 5 a su programa para intentar hacerlo más atractivo. Ahora le alquilan todas las semanas una mansión en Marbella, y la llena de amigos, saludados y conocidos, criaturas que van apareciendo de tres en tres, o de cuatro en cuatro, por allí, para entretenernos con sus ocurrencias y posturas. Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat, marquesa de Castelldosrius y baronesa de Santa Pau, por ejemplo, tuvo una actuación muy celebrada: anunció que está impulsando un movimiento para evitar las incineraciones de los ataúdes. Decía: «Que quemen al muerto si quieren, pero al féretro hay que salvarlo. Es de madera. Puede servir para otros. Quemarlo es un desperdicio». ¡Ah! Es una variante necrófila del ecologismo francamente interesante.

Otra criatura que ha dejado pasmada a la fauna  marbellí  ha sido Pocholo Martínez Bordiú y Bassó, barón de Gotor y de profesión animador de la ornitología discotequera de Ibiza. Bertín lo invitó para amenizar una comida con Mariló Montero. O sea, para añadir un ingrediente picante al happening. En un momento dado, Pocholo se puso muy teatral y dijo: «Me voy a definir. Me defino como matador de gallinas bravas, explorador de cercanías, y honrado y humilde». ¡Ah! Bertín quedó deslumbradísimo. Mariló, también. Les pareció que estaban ante un genio, un cráneo privilegiado, una mente sublime.  Rebajemos su admiración, si me permiten.  Hoy las genialidades de la tele son de menor cuantía. Todo se reduce a matadores de gallinas de cercanías. El listón televisivo, visto en diacronía, no para de bajar. Aquellas posturas de Pocholo, hace 15 años atrás, en Hotel Glam con su mochila, eran ejercícios de ballet comparado con las arrastradas contorsiones de la ratomaquia GHVip de hoy en día.

El sábado, sin ir más lejos, abrieron el Deluxe advirtiendo: «Este programa ha tenido acceso en primicia al último edredoning. Y convocaron al papá de Techi, don Fausto, que lo trajeron expresamente de provincias para que les viese copular como conejos en la jaula de Guadalix. Hombre, bien mirado, lo que dijo J. J. Vázquez merece meditarse: «Nos asusta ver a la gente follar, cuando lo que debería asustarnos es ver cómo proliferan los corruptos». Lo tremendo es que, a lo mejor, hasta tiene razón.