PERSONAJE HISTÓRICO

Llull ante Llull, en TV-3

JO RAMON LLULL

JO RAMON LLULL / periodico

OLGA LERÍN / BARCELONA

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Ramon Llull escribió 241 libros en latín, árabe, occitano y catalán. Fue considerado un filósofo prodigioso, que combinó la meditación y la escritura con sus viajes en busca de apoyos para su causa: la reconversión de infieles. Personaje insólito para su época (siglo XIII), es todo un referente literario y el primer catalán universal. TV-3 se une este domingo (22.00) a la conmemoración del 700º aniversario de su muerte con el estreno de la docuficción 'Jo Ramon, Llull', un exhaustivo trabajo dirigido por Joan Gallifa y Antoni Tortajada que profundiza en su figura. El veterano Jordi Bosch (muy centrado en los escenarios) y Roger Casamajor ('Pa negre') dan vida al insigne personaje en dos tramos de su vida.

JORDI BOSCH

"Llull es un 'homenot' que da mucha impresión"

¿Cómo ha afrontado este personaje, al que usted ha definido como una “bestia parda”? Es un personaje que me impresiona y se te viene encima todo lo que representa, pero en un momento u otro debes hacer que este señor camine, respire, mire, piense..., porque no sabemos muy bien cómo era. Te imaginas que detrás ha de haber un carácter muy fuerte, con un temperamento de aquellos que mejor tenerlo como amigo que como enemigo, muy tozudo, porque lo que consiguió fue gracias a esa tozudez, y con una inteligencia superdotada, porque podía convencer a quien fuera y argumentarlo muy bien. Ese ha sido el camino.

¿Qué pensó cuando le llegó el papel? Que se habían bebido el entendimiento. ‘¡Oh, my god!' Con estas bestias tan grandes piensas que no estás preparado y que no tienes la edad… Poco a poco fui leyendo y cuando entras en él es muy apasionante. Y todo lo que desprende su obra también lo es. Te quedas sorprendido de lo que dice y lo que pretende.

Usted ya se había acercado a la figura de Llull…Sí, hace unos seis años tuve la posibilidad de entrar un poco en su pensamiento de la mano de Albert Solé por una cuestión de estudios de Literatura Catalana. Realmente me abrió una puerta a un personaje que es inmenso. Fue como cogerle el aroma. Ahora he podido rascar un poco más. Y te quedas con las ganas de ir más allá.

Sorprende verle en estas lides. Últimamente ha hecho papeles más histriónicos. Sí, como le digo es un ‘homenot’ que da  mucha impresión. Pero es lo chulo que tiene este oficio, poder compaginar. Es como cuando te preguntan que te gusta más: cine, tele o teatro. Siempre digo que las tres cosas, porque todo es enriquecedor. 

¿Qué le ha supuesto una mayor dificultad? Meterte en sus palabras, porque son muy complicadas, son ideas muy elaboradas y no podemos huir de ellas, porque se deben decir. A lo mejor hablaba de manera más coloquial, pero aquí tenemos que decir las frases de manera que la gente se haga una idea del Llull que hay detrás. Las ideas eran muy alambicadas.

¿Qué poso le gustaría que le quedase al telespectador? Que se hiciese a la idea de que era un personaje muy importante, un hombre superdotado para su momento. Aunque solo digan “¿Cómo puede ser que alguien viajase como lo hizo él, llegase a los 82 años y escribiera lo que escribió?”, pienso que es suficiente. Y si después tienen más curiosidad, hay obras muy interesantes, como ‘El llibre de les bèsties’, que son muy asequibles. Pero, al menos, sabrán que fue un personaje que creó las bases de la literatura catalana.

¿Hacía tiempo que no le veíamos  en la tele? ¿Ha sido una decisión voluntaria? No, he ido empalmando teatro y, además, la producción en Catalunya es un poco justa. Pero si no entras en los parámetros que te piden, porque somos muchos a escoger, no pasa nada. Ya llegará el momento…


ROGER CASAMAJOR

"Me dijeron que Llull era como un niño pijo de Pedralbes" 

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/3\/1473184997833.jpg","author":"TVC","footer":"Roger Casamajor, en el papel de Ramon Llull joven.\u00a0"}}¿Qué pensó cuando le cayó el papel entre las manos? Que es un personaje fascinante e impresionante para el momento en que vivió. Es una oportunidad de hacer cosas que habitualmente no trabajas, como es una ficción de época. Es excitante para un actor.

A usted le ha tocado interpretar al Llull más joven, el que sufre la transformación… Sí, vivía en la corte, no tenía problemas. Recuerdo que Joan Gallifa, uno de los directores, me decía que era como un niño pijo de Pedralbes: iba a cazar, componía versos, tenía una vida muy arreglada, no había nada que se debiera torcer, tenía mujer y dos hijos, era adinerado… Era un superdotado para la época y tenía una serie de cosas adentro que le hacían ser un poco arrogante. Y unas inquietudes intelectuales que hacían que buscase otros caminos y acabase desembocando en una serie de iluminaciones. No sé por qué, pero supongo que quería romper con una vida muy establecida, ver mundo, estudiar otras lenguas y conocer a otros sabios. Tenía una convicción muy grande de demostrar científicamente que su dios era el verdadero.

¿Cómo construyó el personaje? Con el director lo íbamos haciendo como en pequeñas cápsulas: en cada trocito que teníamos de ficción intentábamos tener una idea muy clara de lo que queríamos expresar.

¿Usted conocía la obra de Llull? Un poco, lo que sabe todo el mundo: que era un escritor, un poeta, un ilustrado de la época, pero poco más. Ha sido a raíz de este trabajo que he ido profundizando en el personaje.

En una de las secuencias, usted que es músico y toca el piano, se las tuvo que ver con un laúd… Ha dicho que no fue nada fácil. Primero, porque yo no lo toco y después, porque entonces se componía en occitano, que era la lengua de los trovadores de la época, que tampoco es una lengua habitual. El director quería hacer un plano secuencia, que todavía complicaba más las cosas, porque duraba entre tres y cuatro minutos y todo era un poco delicado. Pero esto también es un reto. Te tienes que poner las pilas, porque ves que en el rodaje hay una concentración especial.

El director ha hablado de una secuencia especialmente difícil que a él mismo le horrorizaba, que es la transición del Llull más joven al adulto. Pasó una cosa muy mágica. Cuando estábamos rodando el plano en el que yo estoy sentado meditando, que debía ser el mismo plano en el que después aparecería Jordi Bosch con la misma caracterización, de golpe salió un murciélago de la cueva y empezó a volar todo el rato por encima mío. Fue un momento muy especial.

¿Le han quedado ganas de seguir profundizando en el personaje? Sí, leí bibliografía para trabajar con el director, pero tiene una obra tan extensa que es inabarcable. Es un personaje primordial.