EN LA GUARIDA DE 'SALVADOS'

Jordi Évole no está solo

JORDI ÉVOLE

JORDI ÉVOLE / FERRAN SENDRA

INÉS ÁLVAREZ / BARCELONA

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El programa de La Sexta se ha convertido en un fenómeno televisivo con grandes cifras de audiencia, que ha recibido importantes premios. Al frente, el periodista Jordi Évole, todo un referente del periodismo incisivo. Detrás, los profesionales que contribuyen a ese éxito. Hoy son ellos los protagonistas.

«Cuando llego al vestuario, allí están la camiseta y las botas limpitas. Y cuando salto al terreno de juego, el césped está cortado y casi solo debo rematar a puerta vacía. Me pasan la pelota y a quien se ve que mete el gol es a mí». Con este símil futbolístico le gusta definir a Jordi Évole, director y presentador del programa 'Salvados', al conjunto de personas que cada semana saltan con él al terreno de juego, unos profesionales a los que les mueve el mismo nivel de exigencia que al míster –que es mucha–, para garantizar que el programa de La Sexta siga manteniéndose en lo más alto de la clasificación.

El equipo es potente. Porque los hombres –y mujeres, por supuesto– de Évole no son 11, sino 30, un lujazo para los tiempos que corren en las redacciones. Y todos ellos tienen perfectamente claro qué es lo que hace diferente a Salvados y, por tanto, qué se espera de ellos: «Si el equipo no fuera bueno, al programa no lo salvaría nadie individualmente», asegura Ramón Lara, el otro director, el segundo entrenador en ese hipotético club de balompié. Lara tiene las mismas funciones que Évole y capitanea el equipo mientras el ex-Follonero hace los desplazamientos y, de vez en cuando, se deja caer por Sant Just Desvern, donde Salvados tiene su centro de operaciones. Ambos van tomando decisiones conjuntamente a golpe de teléfono: «Si algo he aportado yo –dice Lara– es la mente racional de la logística. Pero el alma máter, quien pone el impulso vital, el espíritu, es Jordi. Yo procuro hacer el pase, pero el gol lo mete él».

UN LISTÓN ALTO

Y a marcar goles están más que acostumbrados. El domingo 8 de febrero el programa lograba mantener pegadas a la pantalla a 4,3 millones de personas que querían presenciar la tensa conversación entre Évole y Esperanza Aguirre, un récord –un mes después casi lo alcanza, ya que el caso del acoso sexual en el Ejército interesó a 3,5 millones– para un espacio acostumbrado a que las audiencias le acompañen. Todos los profesionales del equipo son conscientes de que trabajan en 'Salvados', que el listón está alto y que no pueden bajar la guardia. Y eso genera presión. «La televisión en general es exigente. Hay una locura de horarios de trabajo; siempre hay urgencias, pero tener un trabajo ya es un lujo, y si, encima, te gusta, es una lotería», afirma el director, apasionado.

Y es esa pasión la que mueve a los redactores. Pese a que, a veces, un temazo no dé y se deba desestimar, y pese a que el programa, como suele pasar en la tele, les ocupe máximo nueve meses del año laboral y, mientras, deban buscar otros proyectos. «Aunque cuando no estás aquí, no puedes evitar guardarte algunos temas para un Salvados», reconoce Santi González, uno de los redactores más veteranos, ya que lleva siete años con Évole. 

En total son ocho redactores, que se reparten en cuatro grupos de dos personas. Cada dúo se encarga de un tema durante un mes: «Te acabas convirtiendo en un obseso de ese asunto», asegura Pablo Ruiz. Son ellos los que se encargan de investigar y de buscar a los expertos o personas que tienen algo que decir. Una vez hallados, los entrevistan varias veces para detectar si valen para el programa. «Lo importante no es si esa persona sabe muchísimo del tema, sino que se sepa expresar por la tele, que sea didáctica. Y que pueda aguantar una entrevista de dos horas con Évole. Esa es la exigencia que tiene Salvados», explica Meritxell Aranda.

A PECHO DESCUBIERTO

Con los personajes ya seleccionados, se realiza una ficha para que Évole sepa lo que le podrán explicar: «A partir de ahí, es Jordi el que logra los titulares, porque es incisivo, un gran entrevistador, y si cree que puede sacar algo, lo hace», advierte González. «También hay gente a la que no la puedes entrevistar previamente, como ministros y autoridades, con lo que Jordi va a pecho descubierto», señala Carlos Torres.

A medida que el programa sube como la espuma, los problemas para hallar a alguien que quiera hablar aumentan: «La dificultad para que un personaje te diga que sí es exponencial al hecho de tener una responsabilidad», sentencia Sergio Castro. Es el caso del Gobierno, pero también de la oposición. «Todos te dicen que lo ven, pero no quieren que les vean a ellos», ironiza Torres.

Pese al alto nivel de exigencia del espacio, y de Évole –«no exige más de lo que se exige a él», aclara Torres–, están orgullosos de trabajar en 'Salvados'. «Cuando esto acabe, más allá del currículo, habrá sido algo muy especial», dice. «Yo me imagino esa escena de 'Ocean’s eleven' en la que, tras un atraco, los 11 dicen: ‘Lo que hemos hecho’. Y se van», resume González, que sobre el césped sitúa a los suyos en «el centro del campo, repartiendo juego».

A POR LA PERFECCIÓN

En esa posición figurarían los tres realizadores del programa, profesionales curtidos en el documental. «Son muy buenos. Unos enfermos del detalle y la perfección», celebra Lara. «Es como si le diéramos forma al programa. Cada realizador se hace cargo de uno hasta el final: vamos a las grabaciones con Jordi y otro cámara; montamos, editamos...», explica Víctor Morilla. «Colaboramos a que una idea tenga una forma plástica», resume Lupe Pérez García.

Aunque la imagen está muy cuidada en este espacio, los realizadores a veces deben sacrificar esa perfección: «'Salvados' es un programa periodístico y documental, por lo que si una toma sale mal, no se puede repetir. En el caso de los recursos, sí, pero no en el de una declaración. Y entonces nos cabreamos», reconoce Morilla, quien asegura que no encuentran problemas a la hora de grabar. «Nosotros no hacemos En tierra hostil», compara.

Muy codo a codo con ellos, y con el resto, en realidad, trabaja el equipo –femenino– de producción. Descartado que sean las masajistas del Salvados FC –quedaba fatal–, deciden que son las encargadas «del utillaje, de poner el Reflex», como propone Marta Forns, la directora en ausencia de Vanesa Legaspi, de baja maternal. «De cortar el césped», añade Leire Larisgoitia, quien define así sus funciones: «Aportamos toda la parte de logística: localizaciones, permisos...; nos cuidamos de todas las necesidades técnicas y humanas». Ella y Annie Montero viajan con el equipo de grabación, y Mónica Álvarez y Forns les apoyan desde la oficina. Para estar en contacto, el Whatsapp es vital. «Tenemos un grupo con el que nos comunicamos fuera de horas– explica Larisgoitia–. Lo encabeza la frase: «‘Lo imposible lo hacemos de inmediato, para los milagros tardamos algo más’».

IMAGEN CUIDADA

Y los milagros suelen pasar por lograr permisos para localizaciones imposibles. «En 'Salvados' cada vez se cuida más la imagen, por lo que el nivel de exigencia es cada vez mayor», asegura. «Y como las localizaciones no son gratuitas, sino que tienen que ver con el contenido, hay reparo por parte de quien debe conceder el permiso a que se les relacione con el tema», indica Álvarez. En el rodaje se encargan de todo lo necesario para que la maquinaria funcione. «Incluso de controlar los tiempos cuando el realizador graba», dice Forns. «Somos a veces un poco delanteros», apunta Álvarez. 

Cuando ya se tiene todo el material, entra en juego –dando los últimos pases al 'pichichi'– posproducción, que, como suele ocurrir en los finales de un proceso, pagan los retrasos acumulados. Lo explican Teo Pérez y David López, jefes del área. «La conforman 10 u 11 personas: cuatro montadores, un grafista, un mezclador de vídeo, una colorista...». ¿Una colorista? «Sí, colorea los planos para dar una intención más dramática. En las series es más habitual, pero este es el único programa semanal de actualidad en el que se hace», añade Pérez.

Y explica todo el proceso. «El capturador recibe las tarjetas y trabaja toda la noche para, a la mañana siguiente, entregarlo en un disco duro a los montadores. Estos sincronizan el audio... Es una cadena. Posproducción debe arreglarlo todo, porque los cambios vienen a última hora», dice estresado.

PEQUEÑOS MILAGROS

¿Cómo era aquello? «Para los milagros tardamos algo más...» En posproducción no pueden permitírselo: el tiempo se les echa encima. «Los jueves podemos acabar a las dos de la mañana», se queja Pérez. «Lo ideal es que se haya grabado todo dos días antes –afirma López–. Pero no siempre pasa. Hay casos extremos, como el del 9-N, que se grabó por la mañana y se entregó a La Sexta a las siete de la tarde». De infarto.

Sigamos. Montado el programa, comienzan los visionados, momento temido por el equipo de posproducción, porque ahí empiezan los cambios. Una vez superados, y recibido el visto bueno, es el turno de grafistas, de las mezclas de audio... Teo Pérez es el artífice de los vídeos promocionales semanales. «Jordi es un enfermo de las promos», dice en una mezcla de lamento y satisfacción. Las de principio de temporada se gestan en una reunión. «También hacemos promos para la web y redes sociales cada semana, de dos minutos de duración. La de la tele dura 20 o 8 segundos. No cabe nada. Pero luego es la que más se ve», reconoce López. 

Fin del proceso. A la semana siguiente, vuelta a comenzar. Cada uno en su posición, para facilitarle a Évole que meta ese gol tan buscado. Y siempre lo acaba marcando.