ENTREVISTA

Agnès Marquès: "En la tele hay que ser hábil para colar espacios de fuego lento"

La periodista de TVC compagina los 'TN' con el programa de El 33 'La gent normal'

AGNÈS MARQUÈS TV

AGNÈS MARQUÈS TV / periodico

OLGA LERÍN / BARCELONA

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La periodista Agnès Marquès (Palma, 1979) vive un idilio con el directo desde el plató de los 'Telenotícies' de TV-3 (circunstancialmente, ha aparcado la edición del fin de semana para presentar la del mediodía). "El directo es fantástico. Yo podría vivir en directo", afirma, contundente, en una entrevista en 'Teletodo'. Desde hace unas semanas compagina esa zona de confort con la dirección y presentación de ‘La gent normal’,  ‘La gent normal’,un espacio de El 33 en el que la conversación pausada, el "fuego lento", se impone.

¿De dónde surgió 'La gent normal'? Salió del programa 'Vincles', unos reportajes de dos minutos y medio que se emitieron en el 2014, después del 'TN migdia', que a la vez surgieron de 'La Marató per la pobresa', que hicimos en el 2012. Teníamos historias muy buenas, pero esos minutos eran pocos...

Y tuvo una idea...Con la misma esencia de 'Vincles', propuse a la dirección de la tele hacer un formato más largo. Y de aquí tomamos la idea de la parte central del programa, que es la conversación. Necesitábamos ilustrarlo de alguna manera para que esa conversación avanzara. Le dimos forma y nos pusimos a trabajar.

¿Qué temas de los que han tratado le han impresionado más? La transexualidad, porque necesitamos que ocupe el espacio que pide la opinión pública. El programa lo grabamos antes del suicidio del joven Alan, que, lamentablemente, puso el tema en la agenda pública. Me impresionó, porque no nos hacemos la idea del sufrimiento de estas personas y hemos tenido testimonios que se expresan muy bien y no dejan indiferente a nadie. Y también la depresión. No sabemos nada de ella, en realidad, y por eso la gestionamos tan mal.

¿Y personajes? Los mismos de estos espacios, aunque hay otros temas que son también muy interesantes, como el de la prostitución. Las mujeres que la ejercen porque así lo quieren, y hacen de ella su medio de vida, no tienen muchas veces la oportunidad de expresarse. Y nosotros les pusimos el micro teniendo en cuenta que no tiene nada que ver con la explotación sexual.

¿Qué recuerda de la entrevista con el expiloto de motos Joan Garriga, que abrió el programa? Él tenía muchas ganas de hacerla. Era un culo inquieto. Le dijimos que no era solo una entrevista para hablar de su carrera profesional, sino que queríamos hacer balance de su vida, con el problema de las drogas incluido. Y se puso contento, porque tenía la necesidad de explicarse. La dependencia de las drogas le había ido alejando progresivamente de su gente y tenía ganas de contar por qué había pasado esto. De entrada, él siempre culpaba a los otros, porque le habían dejado solo, pero después admitía que no era una persona fácil en ese sentido y que esa misma dependencia se había puesto en medio de muchas personas y él.

¿Y se sintió a gusto? Encontramos ese punto en el que finalmente conseguimos tener una conversación tranquila, y él se abrió mucho. Tengo la sensación de que él estaba muy contento de esta entrevista. Nos costó mucho conseguirlo, porque era también muy desconfiado, ya que las experiencias que había tenido no eran buenas. En la primera reunión fue muy crítico con otros medios de comunicación y no confiaba en la gente. Parte del secreto es que le dimos la confianza de que no haríamos algo no previsto ni hablado antes con él.

Núria Espert les explicó algo muy íntimo. ¿Qué le ha quedado de esa entrevista? El 'caliu'. Es increíble el clima que se generó. Teniendo en cuenta que tienes un equipo alrededor, el grado de intimidad fue grande. Es una de las gracias de esa entrevista y potencia la actitud de Espert de entrada, que ya era de apertura para explicarnos todo. Ella tenía claro que era el momento para decir que había tenido esa depresión. Estaba convencida de que testimonios como el suyo pueden ayudar a otras personas que pasan por una.

¿Les costó convencer a la gente para que se abrieran en la tele? En el caso de la prostitución teníamos una entrevista que la persona, una chica de 22 años, nos pidió después que no la emitiéramos porque no estaba convencida. Pero como la parte de conversación la grabamos unas semanas más tarde, se lo repensó y nos pidió venir.

Parece que la producción del programa fue una tarea ardua... Nos costó mucho más que la gestión de cualquier otra entrevista que puedas cerrar por correo electrónico o teléfono. Aquí siempre nos hemos tenido que citar antes con la gente para explicarles bien de qué va el programa y lo que queríamos hacer en persona. La producción ha sido más elaborada, pero hemos conseguido un alto índice de sís.

¿Y negativas? No diré quiénes no han querido participar, pero no son tantos.

¿Hay algo de táctica para llegar a ellos con éxito? Si eres honesto, la persona lo detecta y es más fácil que diga que sí. Además, hay una marca, que es TV-3, que no trata estos temas de cualquier manera, y el hecho de que a mí me reconozcan como presentadora del TN es una garantía. La honestidad es fundamental.

Las personas anónimas tienen, a veces, poco espacio en los 'TN', a no ser que sean protagonistas de tragedias. ¿La actualidad eclipsa su presencia? Se necesita más espacio para los reportajes. Pero tampoco estoy del todo de acuerdo. En nuestros informativos hay mucho reportaje social, aunque la actualidad política te roba minutos. Que podría haber más, es cierto. Otra cosa es que en los programas de entretenimiento puedan tener más espacio. Pero en TV-3 tenemos '30 minuts' y el reportaje del 'TN cap de setmana'.

Lo tienen más fácil ciertos personajes extravagantes... Nos hemos acostumbrado a ver una tele de inputs fáciles y rápidos y con todo lo que reclame un poco más de atención estamos más de-sentrenados ahora que hace unos años, porque ha cambiado el tipo de narración televisiva. Por ello, es importante que en un programa así cuidemos mucho la edición y la imagen y se incorporen nuevas maneras de narrar televisivamente estos temas sin caer en el sensacionalismo. Y hacerlo, a la vez, atractivo. Ese es el reto. Es parte del éxito.

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Algunos dicen que 'La gent normal' es un programa corto. Hemos de entender que no es ni un debate ni un documental, donde se conversa y se exponen diferentes ideas sobre el tema. Como tal, siempre tendremos tres o cuatro ítems, no más. Es el formato con el que teníamos que trabajar desde el principio. Para mí no es malo que la gente pida más, porque quiere decir que hemos abierto algún aspecto sobre el que la audiencia quiere hablar y profundizar.

¿A la televisión actual le faltan espacios de este tipo? Para mi gusto, sí. Y la audiencia también lo agradecería. La conversación, el fuego lento, parece que no tiene cabida. Pero también se debe de ser hábil para colar ese fuego lento. Y 'La gent normal' lo consigue un poco: tocamos temas en profundidad habiendo generado un clima de conversación en el rodaje, que es largo. Lo editamos de tal manera para que salga lo mejor que hemos conseguido en todo ese rato.

El programa quiere luchar contra los clichés. Los 12 programas arrastran alguna etiqueta, pero es que esas etiquetas simplifican y hacen que las personas que las llevan sean reducidas solo a eso. Son personas que tienen unas circunstancias en un momento determinado, pero también son muchas otras cosas y piensan y sufren y analizan qué les ha pasado o qué les puede pasar. Cuando tú no has vivido todas estas cosas, es cuando te das cuenta de que son personas como tú. Lo único que nos diferencia es, por ejemplo, tomar una decisión que te lleva por otros derroteros.

¿A Agnès Marquès le han colgado alguna vez etiquetas? Sí, todos llevamos nuestras etiquetas. Recurrimos a ellas, porque las tenemos a mano. Es la manera más fácil de resolver el tema. De toda la complejidad de la persona buscamos una cosa que nos cuadre y va… ¡Ya la tenemos clasificada! Y en función de esa etiqueta que encontramos consideramos que tenemos más o menos afinidad con ella. Y así vamos…

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¿Pero cuáles ha sufrido usted? Por ejemplo, algo tan absurdo como cuando empecé a presentar los 'TN'. Llevaba el pelo corto y de punta. Alguien dijo que yo era la 'cuota' de Iniciativa en TV-3. Y pensé: "¡Madre mía! Es increíble cómo se juzga a la gente solo por llevar el pelo corto..."

El peinado también le llevó a ser 'trending topic' durante el especial de TV-3 para el 20-D. El tema del pelo siempre está ahí. ¿Por qué? Porque no lo llevo peinado de una manera que es frecuente. Me divirtió y nosotros también jugamos a ello, porque era un peinado arriesgado para un programa especial, en el que todo era especial. Me sorprendió, pero de la sorpresa pasé a la diversión. Esto solo me preocuparía si pasase por encima del trabajo, pero no fue el caso.

Cuando en las redes sociales parecen más importantes las formas que el fondo es que algo va mal, ¿no cree? Lo que pasa en Twitter tampoco es una muestra real. Tengo un amigo que dice muy acertadamente que si Twitter fuese un bar, no entraríamos. Y probablemente tiene razón, porque hemos perdido las formas de convivencia cívica. Twitter, en ese sentido, se ha pervertido un poco. El insulto y la mofa son gratis y el anonimato es perverso… ¡Qué contradicción que me marques tanto cuando tú no me estás diciendo quién eres,porque no quieres que nadie lo sepa! Twitter tiene una parte muy buena de interacción e información, pero también esa parte oscura que no me gusta.

La primera emisión de 'La gent normal' triplicó la audiencia media de El 33. ¿El hecho de no estar en TV-3 le da más tranquilidad a la hora de pensar en las cifras? Todos los que hacemos un programa de tele aspiramos a tener el máximo de repercusión. No me da más tranquilidad, porque querría que el programa se viese más. Con eso no estoy diciendo que quiero que 'La gent normal' se emita en TV-3, porque en El 33 está en una buena franja. Un programa de 30 minutos no es fácil de colocar en según qué horario en TV-3. Detrás hay toda una estrategia de la casa que hasta cierto punto se me escapa. Aunque el espacio se emitiera en TV-3, no estaría sufriendo por las audiencias. TVC no juzga por ellas.

¿Tenía ganas de salir del 'TN'? Sí, la situación que yo he vivido ahora es la ideal. El trabajo en el 'TN' es fantástico, porque tiene ese punto de la inmediatez y de estar en el plató para explicarlo. Pero me faltaba tener la oportunidad del fuego lento, de conocer las historias, de convencer a una persona para una entrevista y trabajar con otros tempos y con más profundidad. Ha sido fantástico poder hacer las dos cosas. Es un equilibrio excelente.

¿Le gustaría seguir los pasos de sus colegas Lídia Heredia y Núria Solé, por ejemplo? Ellas tampoco han salido mucho de los informativos, porque al final estamos hablando de hacer un programa en directo y de trabajar de otra manera. Todo lo que se hace en los 'TN' o 'Els matins' está bastante relacionado. El directo es fantástico. Yo podría vivir en directo, pero le falta esa cosa del reposo, del análisis y de la perspectiva, sobre todo, porque vas gestionando las cosas según van llegando.

En 'La Marató per la pobresa', que TVC organizó en el 2012, se debió de sentir como pez en el agua... Sí, y además con una alta capacidad de respuesta por parte de la gente en un momento en que no era fácil plantear un programa de aquel tipo. Fue un aprendizaje.

¿Qué les diría a aquellos que acusan a TV-3 de ser sectaria? Me ciño al trabajo que hacemos en los informativos. En TV-3 hay cosas a mejorar, pero los informativos no son sectarios. Es un espíritu que hace falta tener despierto cada día. Eso sí, los recortes han hecho daño en la manera de trabajar.