EL ADN de la semana

Asteroides

PERE PUIGDOMÈNECH

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En Estados Unidos hay gente preocupada por los asteroides. En particular, por si alguno pudiera chocar con la Tierra y producir una catástrofe. Proponen que la NASA tome medidas que podrían incluir hasta programas militares destinados a desviar su trayectoria. Tan preocupados que estamos por nuestras crisis terrenas y ahora resulta que también debemos preocuparnos por las que nos vienen del cielo.

Los asteroides han sido importantes en la historia de la Tierra. Con una frecuencia baja, de varias decenas de millones de años, hay evidencia de que grandes objetos han impactado sobre la superficie de nuestro planeta. Se ha propuesto que el impacto de un gran meteorito hace unos 65 millones de años -del que encontramos trazas en el golfo de México- podría haber sido la causa de la extinción de los dinosaurios. La gran cantidad de polvo generado habría oscurecido la atmósfera y habría acelerado la extinción de los grandes animales.

Una carta del presidente de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Presidencia de EEUU dirigida al Senado de su país trata el tema. Reconoce que, aunque cada día caigan sobre la Tierra entre 50 y 150 toneladas de materia extraterrestre, no se conoce ningún objeto grande que ahora se dirija a la Tierra. Pero no se puede descartar en el futuro. Por eso, propone encargar a la NASA un seguimiento de los objetos mayores de un kilómetro que se nos aproximen. En los últimos 12 años se ha detectado un millar, pero ninguno con peligro de colisión.

El problema es qué hacer si se descubre alguno. Por un lado, el informe reconoce que habrá que informar a la población y, por otro, propone crear una autoridad de defensa con un presupuesto de 250 millones de dólares para estudiar cómo se pueden destruir o desviar los objetos peligrosos en una estrategia de colaboración internacional. Si se obra así, estaremos preparados por si en el próximo millón de años cae un asteroide. Ahora la que cae es la crisis económica y no parece que estuviéramos muy preparados. Sin embargo, parece más barato evitar la caída de un asteroide que la de un banco.