Uno de cada tres universitarios deja la carrera sin acabarla

Estudiantes y orientadores en el nuevo servicio de guía del Saló de l'Ensenyament, el jueves.

Estudiantes y orientadores en el nuevo servicio de guía del Saló de l'Ensenyament, el jueves. / periodico

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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No es sencillo elegir cuando lo que hay que escoger determinará la profesión a la que uno dedicará el resto de su vida. Los estudiantes de los últimos cursos de secundaria -especialmente los de segundo de bachillerato- andan estos días atribulados, echando cálculos, buscando información y tratando de aclararse entre el maremágnum de oferta que plantean universidades, que solo en Catalunya impartirán hasta 475 titulaciones de grado distintas el próximo curso. La decisión hay que tomarla pronto y no se trata de equivocarse, de acabar convirtiéndose en uno más del tercio de estudiantes que dejan la carrera en España sin haberla acabado.

«Hay diferencias entre unos estudios y otros. A veces depende de lo vocacionales que estos sean, pero efectivamente el abandono de grados universitarios ronda en torno al 25% y el 30%», constata Ernest Pons, profesor de Econometría y Estadística en la Universitat de Barcelona (UB) y coautor del estudio '¿En qué condiciones estudian los jóvenes universitarios?', presentado la semana pasada por la fundación Jaume Bofill.

En todo caso, precisa Pons, esta tasa de abandono incluye también «a los alumnos que paran un tiempo y que luego vuelven a reanudar sus estudios, y a los que deciden cambiar de carrera, porque comprueban que la que han elegido no les gusta o no la aprueban». Los datos son también muy distintos si lo que se comparan son carreras realizadas en universidades presenciales o tradicionales y universidades a distancia, donde el número de estudiantes que cuelgan los libros antes de graduarse llega a duplicarse.

Los datos que maneja la Agència de Qualitat del Sistema Universitari (AQU) hablan de un abandono también de en torno al 30% de los matriculados en la educación superior en Catalunya. Los alumnos que dejaban definitivamente la universidad representaban un 20% del total de matriculados hace dos años, mientras que un 10% cambiaba de carrera y acababa un grado distinto al que empezó, según la AQU. El cambio de estudios suele producirse durante el primer curso. Es el año crítico. El abandono definitivo, en cambio, llega más tarde, en los últimos cursos, cuando los alumnos empiezan a trabajar y dejan la carrera aparcada.

Es difícil saber cuáles son los grados que registran mayor tasa de abandono. Las facultades se resisten a facilitar los datos -cuestión de imagen-, pero sí se sabe cuáles son los que tienen alumnos más fieles. Acostumbran a ser titulaciones vocacionales, como Medicina, Educación Infantil y Conservación y Restauración de Bienes Culturales, o bien carreras de difícil acceso, con una nota de corte muy alta, en las que los alumnos son muy conscientes de lo mucho que cuesta entrar, según recoge la asesoría educativa Unportal. cat, que ha comparado las tasas de permanencia en primer curso y el porcentaje de graduación de todas las facultades públicas catalanas.

IMPACTO ECONÓMICO

En todo caso, advierte Miquel Martínez, profesor de Teoría e Historia de la Educación de la UB y también autor del estudio de la fundación Bofill, «tener una tasa de abandono tan alta supone que se está produciendo un mal uso de los recursos y del tiempo, tanto para los estudiantes como para el sistema universitario en su conjunto». Además de perder el dinero que han destinado a la matrícula (cada vez más cara), los alumnos que dejan sus estudios sin terminar ven truncadas sus expectativas y frustrados sus proyectos vitales.

Para reducir el abandono, sugiere Martínez, «hay que conseguir, primero, una buena orientación y, segundo, que haya mecanismos para que cuando una persona cambia de titulación, pueda aprovechar lo que ya tiene en su nueva carrera». Con una buena planificación durante la etapa de la secundaria todo esto se evitaría, sentencia el catedrático.

Y aunque en los últimos años se ha trabajado mucho para mejorar los mecanismos de orientación de los estudiantes, en muchos institutos esta es aún una asignatura pendiente, lamentan los expertos. «Es un asunto que dependen mucho del tutor que tenga el estudiante o de la prioridades del director del centro», admite Olga Valls, responsable de los servicios de orientación de la empresa Educaweb, que ha sido contratada por la organización del Saló de l'Ensenyament para guiar a grupos de jóvenes en su decisión.