LOS CANDIDATOS A CATALÀ DE L'ANY

Rosa Maria Calaf: «Yo valgo para un barrido y para un fregado»

PERIODISTA Y PRESIDENTA DEL CENTRE INTERNACIONAL DE PREMSA DE BARCELONA

Rosa Maria Calaf.

Rosa Maria Calaf.

núria NAVARRO

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Entrega y credibilidad. Ambos atributos han acompañado a Rosa Maria Calaf (Barcelona, 1945) durante los más de 30 años en los que ha ejercido como corresponsal de TVE en Nueva York, Moscú, Roma, Pekín. El 1 de enero del 2009 se acogió al ERE del ente público, pero nada ni nadie ha detenido su necesidad de tomarle el pulso al mundo. Es una periodista irreductible.

La periodista Rosa Maria Calaf anda perdida por el desierto australiano. Sin domicilio fijo ni cobertura. Esta entrevista se ha realizado por correo electrónico, con un tecladomade in Laosy con la probable ayuda de algún dios de los aborígenes.

–No tiene usted remedio. ¿Qué diantres hace en Australia?

–¡Llevaba un año sin salir de viaje! Así que pensé que la Australia profunda era una buena forma de solucionar el síndrome. Y aquí estoy, en coche, por solitarias pistas, intentando conocer el país y sus gentes. Y he disfrutado de parajes marinos, en el sur de Tasmania, que me recordaban la Costa Brava de mi infancia.

–¿De quién heredó el veneno del viaje?

–De mi abuelo materno, oriundo de Rocafort de Queralt y empresario en Barcelona. No solo viajó por Europa, sino que fue a la India, a Cuba y a EEUU. Él no me contaba cuentos, me contaba historias de verdad.

-Estar lejos

–Siempre me he identificado con una frase de Hemingway: «Mi casa no es para vivir, sino para volver». Y yo donde quiero volver es a Catalunya. Me he esforzado en no perder mis raíces, en amar lo propio, aunque compartiéndolo con lo ajeno. Y eso se transmite en actitudes y gestos.

–¿Explicó a los rusos y a los chinos qué era Catalunya?

–Les hablé de nuestra historia y de nuestro presente, valiéndome de paralelismos con su propia realidad. Por otra parte, he celebrado el Sant Jordi estuviera donde estuviera y he enseñado a regalar un libro y una flor. Y he organizadocastanyadesen Buenos Aires ycalçotadesen Roma.

–Cuélguese alguna otra medalla.

–¡Valgo para un barrido y para un fregado! Y me dicen que he marcado un estilo.

–También cuentan que no ha tenido miedo.

–¡Muchas veces! Pero el peor no es el físico, sino a no ser capaz de obtener los elementos necesarios para elaborar una buena información.

–Ha arriesgado el pellejo en Haití, en Chechenia, en Timor.

–Es un gaje del oficio sin mayor importancia. No me gusta elrambismo.No hay que demostrar valentía, sino honestidad. Y de resaltar un valor, sería el de los periodistas locales en países sin derechos, que son la inmensa mayoría.

–¿Algún momento memorable?

–En 38 años he vivido lo mejor y lo peor. Recuerdo el fervor de los timorenses al votar por la independencia pese al riesgo de violencia.

–Para olvidar habrá muchos más...

–¡Nunca hay que olvidar! La memoria enseña. Precisamente, las noticias son cada vez más de usar y tirar. Un año después del tsunami –como en tantas otras tragedias– el aniversario mereció un par de crónicas.

–«Rabia y orgullo» definieron a la Fallaci. ¿A usted?

–Quiero pensar quedeterminaciónyentusiasmome encajan más.

–¿De qué le ha servido la erótica de la pantalla?

–Confío en que me haya permitido ayudar en algo a esas personas desamparadas de quienes he sido voz, acercar mundos distantes, colaborar a una mayor comprensión de lo diferente. Y, por supuesto, me ha facilitado el cariño de mucha gente y quizá el honor de esta nominación.

–Casi no ha distinguido entre profesión y vida.

–No creo haber perdido nada. Más bien al contrario, me siento muy afortunada por haber podido hacer realidad lo que era mi sueño y que luego se convirtió en mi pasión.

–Sin embargo, ahora le queda un regusto amargo.

–Quizá porque veo que prima el impacto sobre lo que importa.

–¿Qué importa?

–Todo aquello que conduce a una vida mejor para todos, no solo para unos pocos. La falta de justicia es la causa de todos los males. La pobreza no es algo natural e inevitable. Debería preocuparnos más.

–¿Cómo debe ser el periodismo del siglo XXI?

–Pues debe ser eso: periodismo. No comunicación, espectáculo, negocio. Debería servir a la sociedad, no servirse de ella.

–Una regla para profesionales en ciernes.

–Las reglas son humildad y ética. El periodismo es más que un trabajo, es un compromiso y una responsabilidad social sin horarios.