¿Qué hay detrás del sexo de carretera?

Prostitución carretera

Prostitución carretera / periodico

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Cuatro de la treintena de prostitutas contabilizadas en una mañana, entre la N-2 y la C-260, las únicas con las que ha podido hablar este diario tras su vuelta a los arcenes, han asegurado que "nadie" las obliga a trabajar en la carretera. Es más, remarcan que sobre el asfalto están "mejor" que en un club.

Dos de ellas son búlgaras y las otras dos, de Rumanía. Una de estas últimas, de 32 años, explica que fue arrestada por agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) -y encarcelada durante tres años- al ser acusada "injustamente" de ejercer un rol "de controladora" en un grupo que esta fuerza de seguridad desarticuló en abril del 2013. Ahora, cuenta, ha vuelto a la carretera para poder pagarse "un abogado de verdad" para demostrar su inocencia. Incluso rompe a llorar cuando afirma que, a raíz de la detención, su familia en Rumanía se enteró de que se prostituía. "La policía no se entera, nadie nos controla", afirma. 

El inspector Toni Rodríguez, jefe de Crimen Organizado de los Mossos d’Esquadra, desconfía de estas aseveraciones de las trabajadoras sexuales porque cree que las hacen por puro "instinto de supervivencia". Las investigaciones de los Mossos radiografían que detrás de todas las mujeres que venden su cuerpo en la carretera hay mafias que las explotan. El inspector matiza que no debe caerse en el error de imaginar grandes estructuras "estrechamente jerarquizadas" porque son grupos más pequeños que suelen proceder de RumaníaBulgaria o Albania. Estos colectivos -casi familiares- se dividen, a menudo violentamente, los segmentos en las que distribuirán a sus mujeres por las carreteras. Algunas veces, colaboran entre sí, formando un "mosaico" de propiedades que interactúa formando "una nebulosa criminal".  

SEDUCIDAS

Captan a las víctimas a través del anzuelo del 'boy lover', un hombre que "las seduce" en su país de origen, que incluso finge "que existe una relación sentimental" entre ambos y que las trae a Catalunya engañadas. Al principio viven "juntos" pero, tarde o temprano, surgen las primeras tensiones y la mujer termina viviendo con otras víctimas que siguieron el mismo señuelo. "Quizá algunas supieran que venían a prostituirse", aventura Rodríguez. Pero desde luego no imaginaban que al llegar aquí "la relación sentimental se esfumaría" y vivirían en condiciones parecidas a las de la esclavitud.

La prostitución de carretera "es coactiva" y mercadea con el cuerpo de la mujer, zanja el inspector. Están obligadas a entregar “la recaudación entera” de cada jornada de trabajo y solo reciben una pequeña parte de esta para su sustento más elemental. En Catalunya los Mossos identifican a unas 2.000 prostitutas anualmente -estas cifras no describen (ni aproximadamente) la dimensión real del fenómeno- y un 30% de ellas ejercen en la carretera. Las poquísimas denuncias que las meretrices presentan en una comisaría, "por impagos de clientes o por agresiones sexuales", se corresponden con mujeres que operan en la carretera.

MEDIDA HIPÓCRITA

El inspector afirma que la operación Arcén era, en parte, una medida “hipócrita” porque favorecía la ocultación del problema en lugar de combatirlo. Para solucionarlo conviene trabajar para que cada vez les resulte “más difícil” a las organizaciones establecerse en Catalunya. Para ello son claves las investigaciones que consigan desarticularlas probando su funcionamiento criminal y, también, remarca Rodríguez, “tipificar” inequívocamente el concepto de “proxenetismo”, una grieta por la que se han escapado judicialmente los imputados en casos como los del Riviera y el Saratoga, o el conocido como 'Turandot', contra una mafia china. 

El Código Penal castiga con una pena de entre dos y cinco años de cárcel el uso de violencia o intimidación -o el abuso de una situación de superioridad del agresor o de vulnerabilidad de la víctima- para obligar a una persona a prostituirse. Sin embargo, lamenta Rodríguez, no ayuda a condenar a los procesados en los que solo queda demostrado que se lucraban de la actividad sexual de otra persona. Y a menudo la policía detecta abusos flagrantes de proxenetas que no encajan en la definición que el Código Penal reserva para condenar "la explotación". "Si una mujer se prostituye libremente, no es un problema de la policía", recuerda. Pero, "¿cuántas mujeres eligen esta vida libremente?". 

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