El poder ciudadano

Ana Pastor conversa con Sergio Álvarez Leiva

<b>Ana Pastor </b>(Madrid, 1977), periodista al frente del programa semanal 'El objetivo', de La Sexta, entrevista al creador de una 'startup' que ha interesado a la NASA y a medios de comunicación tan prestigiosos como 'The Wall Street Journal' y 'The Guardian'. «Hacer dinero era una opción, pero creamos la empresa en la que queríamos trabajar. Nos interesa democratizar el acceso a la información»

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Sergio Álvarez Leiva habla con la misma naturalidad de Móstoles, la ciudad dormitorio de Madrid en la que creció, como de Silicon Valley, el icono estadounidense en el que se inspira su empresa. Tiene solo 28 años pero su vida va a una velocidad tremenda de la que tira la gasolina del entusiasmo. Hace ya seis años que montó Vizzuality, una pequeña startup, empresa tecnológica sobre la que han puesto sus ojos nada menos que la NASA o medios de comunicación como The Wall Street Journal The Guardian.

Su oficina está ubicada en un céntrico barrio de Madrid. Y allí se respira otro país. Es un lugar diáfano lleno de mapas donde los números no entienden de crisis y donde el talento comparte espacio con una bicicleta con la que un compañero ha ido a trabajar, videojuegos para los pocos ratos libres y una pequeña cocina blanca con cubos de reciclaje que dan color a la estancia.

-¿Qué es exactamente lo que hacen?

-Somos intermediarios entre los científicos y los que toman las decisiones. Les ofrecemos herramientas para que ellos puedan sacar conclusiones. Los científicos manejan muy buenos datos que son reutilizables pero un político no puede tomar una decisión en base a esos datos porque no puede analizarlos. Necesita visualizarlos y nosotros lo hacemos.

-¿Y cómo empezó todo esto?

-Mi socio y yo empezamos a publicar todos los experimentos que hacíamos en un blog y así nos llegó el primer cliente, una agencia de la ONU (World Conservation Monitoring Center) que llevaba meses intentando hacer lo que nosotros ya habíamos conseguido en un proyecto sobre biodiversidad.

-¿Qué podían ofrecerles ustedes desde España?

-El trabajo consistía en estudiar si la manera en la que estamos protegiendo un territorio contribuye a proteger también las especies. También hemos trabajado con datos de la NASA en Planet Hunters, que se centra en buscar nuevos planetas fuera del sistema solar. Y con la Universidad de Oxford y el Citizen Science Alliance, en Old Weather, que consiste en digitalizar cuadernos de bitácora de barcos de la primera guerra mundial y poder recrear el clima de hace cien años. Económicamente no es rentable pero estamos encantados de estar ahí.

-¿Los proyectos que ponen en marcha están relacionados con la ciencia?

-No, aunque ese campo nos encanta. Con Google hemos hecho uno sobre lenguas en peligro de extinción. Y también hemos hecho cosas en favor de la transparencia de las administraciones públicas en España. Es un asunto que nos preocupa. De hecho, somos una empresa poco común porque publicamos en internet el código fuente de todo lo que hacemos para que cualquiera pueda replicarlo sin ningún coste. Nosotros también nos nutrimos de los demás y nos parece una buena manera de agradecerlo. Creemos en el conocimiento abierto.

-¿También cumplen lo de la transparencia con su propio equipo?

-Sí, claro. El plan de negocio, por ejemplo, es accesible para todos ellos. Pueden consultarlo.

-¿Cuántos son ahora mismo y qué dicen sus cuentas?

-Ahora mismo somos 16 personas entre España y Estados Unidos. Tenemos sedes en Madrid y en Nueva York. El año pasado tuvimos una facturación en torno al millón y medio de dólares. Pero mi socio y yo decidimos, desde el principio, tener beneficio cero porque todo lo que ganamos lo reinvertimos en investigación.

-¿Así que no quieren ser millonarios?

-Un amigo me decía que ya podríamos tener una casa o dos cada uno, pero hemos elegido otro camino. Hacer dinero era una opción pero si solo piensas en eso acabas haciendo cosas que no te gustan. Nosotros creamos la empresa en la que queríamos trabajar, queríamos investigar, hacer cosas nuevas que cambien la forma en la que se toman las decisiones. Nos interesa democratizar el acceso a la información.

-¿Cómo han conseguido sortear la crisis en un momento como el que está pasando España?

-Porque la mayor parte de nuestro negocio está fuera. Sobre todo nuestros clientes están en EEUU. Y gracias a eso hemos podido crecer y hemos ido subiendo sueldos cada año. Este sector no está tan perjudicado como otros. Aquí hay casi pleno empleo. Hay muy pocos informáticos que no estén trabajando. Incluso, a veces, tenemos que competir con Google y otros grandes para contratar a esta gente.

-¿Le da credibilidad a lo de que ya estamos en fase de recuperación económica?

-De momento, no veo el cambio del que se habla.

-¿Y qué piensa de la fuga de cerebros que está provocando la crisis?

-El talento en las empresas españolas es increíble, el problema es que nos quitan ese talento. Ya no solo es cuestión de dinero. Se van también porque en España no pueden hacer las cosas que les apetece.

-¿Por qué parece tan difícil que en España surja un Google o algo similar?

-Sería posible, pero es cierto que aquí tenemos una visión a corto pla-

zo de casi todo. Aunque creo que eso también está cambiando. Y otro problema es lo mucho que nos cuesta asumir riesgos para montar algo y para contratar. ¿Se imagina un medio de comunicación que en España, en su día más importante, encargue un proyecto a una empresa que lleva seis meses funcionando? Pues eso nos ocurrió a nosotros con The Wall Street Journal en la noche de las últimas elecciones en Estados Unidos. Y una cosa más: nos falta la visión americana de poder hacer cosas muy grandes y además de explicarlas de una manera increíble.

-¿Se considera un empresario o un emprendedor?

-La primera es una palabra que ahora no está muy bien vista por culpa de la crisis. Yo soy las dos cosas, un emprendedor cuando bajo a comprar el cartucho de la impresora si se nos ha acabado y un empresario cuando hago facturas. Es compatible.

Álvarez Leiva, que hoy lleva una camisa de cuadros roja, habla muy rápido pero no comete errores porque solo habla de lo que sabe y se nota que todos esos mapas son su vida. Nos enseña la oficina mientras algunos de sus compañeros comen en la mesa de la cocina (ensaladas unos y hamburguesas precocinadas, otros). Uno de ellos sigue delante del ordenador con unos cascos terminando una conversación por Skype. El socio de Álvarez Leiva, Javier de la Torre, nos habla de un artículo en el que comparaban el impacto que tuvo la fotografía en el periodismo de la época y los recelos que ahora provocan las nuevas tecnologías.

«Hace tres meses estábamos planteándonos buscar casa en Silicon Valley, San Francisco, pero hemos decidido quedarnos aquí». Álvarez Leiva no sabe qué le deparará el futuro, pero no parece que le quite el sueño. «La inquietud genera oportunidad», afirma mientras nos recuerda que aún no ha terminado la carrera de Ingeniería Informática a pesar de que a su madre, funcionaria, le gustaría que sacara ya las tres asignaturas que le quedan.

A su familia le debe también haber optado por emprender, aquel primer gran salto, el que dio desde el primer trabajo en el que estaba bien pagado pero que decidió dejar tras escuchar un «ahora o nunca». Antes de marcharnos posa para el fotógrafo José Luis Roca entre las risas de sus compañeros. «De pequeño quería ser inventor y ahora sueño con que todo esto que hacemos sirva para contribuir a mejorar la vida en esos países donde los problemas son muy complejos pero las soluciones están a nuestro alcance gracias a la tecnología». H