La vid regresa a Santa Coloma tras medio siglo de ausencia

No hay un registro documental que refleje en qué momento de los años 60 Santa Coloma de Gramenet arrancó sus últimos viñedos, y eso que se supone que ahí estaban desde tiempos de los iberos. Lo que sí está claro es cuándo han regresado. Ayer. Con la alcaldesa Núria Parlon de campesina por unos minutos, Santa Coloma replantó media hectárea de tierras de Can Sabater con cuatro variedades de uva autóctonas (garnatxa, garrut, pansa y picapoll), penalizadas desde hace años por modas como el cabernet sauvignon, y de las que se espera que a partir del 2020 ofrezcan unos 1.400 litros al año de buen vino.

El retorno de los viñedos a Santa Coloma puede parecer un gesto romántico, incluso una boutade, pero en realidad es una iniciativa que encaja perfectamente junto al campus universitario especializado en alimentación, nutrición y gastronomía que la ciudad, mano a mano con la Universitat de Barcelona y la Diputación de Barcelona, ha creado en el recinto de Torribera. Por una parte, los viñedos servirán para investigar, para conocer mejor las exigencias de estas variedades, para conocer sus prestaciones según el tipo de suelo y su orientación y, llegado el caso, para promocionar su uso en otras fincas de Catalunya y contrarrestar así la actual endogamia vitivinícola. La participación del Incavi en el proyecto resultará, en ese sentido, crucial.

El plan tiene otra pata también fundamental. Una veintena de alumnos de la Casa dels Oficis de Santa Coloma se encargarán del mantenimiento, con el propósito de que la experiencia adquirida les permita encontrar trabajo en otras explotaciones vitivinícolas. Como ejemplo del éxito de este tipo de programas, Parlon explicó que un reciente curso de sumilleres llevado a cabo en Santa Coloma a través de planes de ocupación se ha saldado con una inserción laboral del 75%.