MIRADOR
La repentina visión de la propia miseria
La palabraómnibusme ha hecho sonreír toda la vida... hasta que, el pasado 1 de junio (no hace ni siquiera de ello una semana y aún no logro poner fin a mi estupor), el Govern de la Generalitat puso a exposición pública un bastante opaco proyecto con el que pretende reformar de un solo hachazo 631 artículos de 80 leyes catalanas. Lo bautizaron eufemísticamente como ley ómnibus. Pronostico que la oposición le buscará nombres peores.
Mi absurda conexión sentimental con los ómnibus tiene su origen en una minúscula revista que recuerdo de mi infancia, en la que, bajo el subtítuloHumorada fonética, el autor había recopilado frases en catalán que, pronunciadas con brío, parecían más propias de otra lengua. «Avis murris porten els nuvis a Gràcia en òmnibus gratis». Esta aparecía en el capítulo dedicado al latín. Entonces me hacía reír. Ahora me parece tristemente premonitoria, porque la lectura del proyecto que pretende aprobar el Govern, se supone que con el apoyo del PP, requiere casi el conocimiento de lenguas muertas para ser descifrada. Su simple presentación es una demostración palpable de que CiU no juega limpio.
Se limita a redactar de nuevo una porción del cuerpo legislativo catalán sin facilitar la lectura del que, en principio, se pretende derogar. Para intuir el impacto del proyecto, cada cual (un particular, un partido de la oposición, una asociación afectada, etc.) tiene que buscar por su cuenta el texto que está a punto de perecer para poder predecir el balance de daños que se avecina, y todo ello con un generoso periodo de exposición publica de solo siete días.
La ley ómnibus es una osadía con la que el Govern mete en un mismo saco la semiprivatización de la sanidad pública, la redefinición de los espacios naturales protegidos, la perversión del concepto de vivienda de protección oficial, la multa al putero de carretera... Es tanto y tan variado lo que se pretende abordar que inquieta pensar con cuán poco debate se pretende zanjar. El tantas veces elogiado modelo sanitario catalán puede ser de repente mutilado en el mismo trámite parlamentario en el que se autoriza la caza del pardillo común para fines deportivos.
Se avecinan tiempos que encogen el corazón. En nombre de la lucha contra la crisis sucederán cosas inimaginables hace apenas cinco años. De verdad, que no le llamen ley ómnibus. Ya no es por preservar los recuerdos de mi infancia. Es por llamar a las cosas por su nombre.
En checo hay una palabra muy adecuada para la ocasión:Litost. Parecía intraducible hasta queMilan Kunderaofreció una definición al mundo. Es el estado de angustia creado por la visión repentina de la propia miseria, dijo el escritor nacido en Brno. Aunque sea solo en casa, la llamaré así,ley litostde Artur Mas.
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