Sí que es Pot fracasa en su intento de liderar la izquierda

Lluís Rabell, circunspecto, anoche, en la antigua fábrica Fabra i Coats.Tras él, Gemma Lienas, Joan Herrera y Joan Coscubiela.

Lluís Rabell, circunspecto, anoche, en la antigua fábrica Fabra i Coats.Tras él, Gemma Lienas, Joan Herrera y Joan Coscubiela.

JOSE RICO
BARCELONA

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El talismán de la antigua fábrica Fabra i Coats de Barcelona, el recinto que fue testigo de la campanada electoral de Ada Colau, se convirtió solo cuatro meses después en un calvario para esa misma izquierda alternativa. El experimento de Catalunya Sí que es Pot, que suponía el primer examen serio de Podemos en Catalunya, no hizo honor a su nombre y cosechó un importante revés en las urnas. La coalición que también integraba a ICV-EUiA consiguió a duras penas 11 escaños y el 9% de los votos, un registro peor que los 13 diputados que los ecosocialistas obtuvieron en solitario en el 2012. El candidato Lluís Rabell asumió sin ambages que su lista no ha conseguido ninguno de sus dos objetivos: auparse como alternativa a Artur Mas y ser la primera fuerza progresista en el Parlament.

El tirón de Pablo Iglesias, que concebía las elecciones catalanas como la vuelta de calentamiento personal de las generales de diciembre, no sirvió para contrarrestar la escasa popularidad de Rabell y el discreto empuje del nombre de la marca, y menos todavía para taponar las fugas a la CUP, ni para atraer al ala izquierdista de Junts pel Sí. Con el escrutinio en sus estertores, la coalición de Rabell recababa 356.479 papeletas, muy cerca de las 359.705 que ICV-EUiA reunió tres años atrás. Pero la marca de ayer empeoraba la cota alcanzada por la suma de Iniciativa y Podemos en las elecciones europeas del 2014, 376.148 sufragios, así como el registro de los ecosocialistas hace solo cuatro meses en las municipales: 366.611 votos.

Por demarcaciones, Sí que es Pot obtuvo nueve diputados en Barcelona, uno en Tarragona y uno en Girona. La izquierda alternativa volvió a quedarse, pues, sin representación en Lleida, tres años después de que ICV-EUiA recuperase un escaño en dicha provincia. El otro parlamentario perdido se esfumó en Barcelona, el tradicional granero de votos ecosocialista. En algunas de esas comarcas con mayor tirón, como el Baix Llobregat y el Vallès Occidental, la coalición sí consiguió mejorar los resultados de ICV-EUiA en el 2012.

Rabell compareció junto con los máximos dirigentes de ICV, de EUiA y de Podem Catalunya, pero llamó la atención que ningún dirigente estatal del partido lila arropase al candidato en Barcelona después de haber monopolizado la campaña electoral con la continua presencia de Iglesias e Íñigo Errejón en la mayoría de mítines. El cabeza de lista evitó pronunciar la palabra fracaso, pero reconoció que la coalición no tenía nada que celebrar: «No hemos alcanzado nuestros objetivos».

Sí halló rapidamente una explicación al batacazo. Rabell se declaró víctima de la «extrema polarización» de la campaña entre el  y el no a la independencia, un esquema que perjudicaba a una «confluencia» aferrada al referéndum como alternativa y a la fe en un cambio de mayorías en el Congreso para poder abrirle paso. «Se ha impuesto la dinámica de la polarización y no hemos podido colocar el debate social», admitió.

GENERALES A LA VISTA / Aunque las consecuencias de este revés se valorarán hoy, Rabell dejó claro que su futuro pasa por recoger su acta y hacer oposición en el Parlament. «Defenderemos los derechos sociales de todos los ciudadanos, los del  y los del no». Y acabó su cariacontecida intervención con una idea recurrente en los discursos de la izquierda alternativa: el tiempo les dará la razón. «Estamos convencidos de que nuestro planteamiento social y nacional ganará fuerza con el tiempo», zanjó en una clara alusión a las elecciones generales. Una cita que ahora Iglesias tendrá que afrontar sin un suelo firme en Catalunya.