PERFIL (28-12-2010)

Josep Maria Pelegrí, el difícil campo catalán

Fue hombre de confianza de Mas en la oposición y luego supo mantener el diálogo con los agricultores

Josep Maria Pelegrí, en el Parlament.

Josep Maria Pelegrí, en el Parlament.

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Cuando, en noviembre del 2002, Josep Maria Pelegrí (Lleida, 1965) fue nombrado 'conseller' de Governació, el elemento de su biografía más destacado por los medios de comunicación fue su condición de hijo de Pelegrí Pelegrí Pelegrí, aquel cachazudo caballero ilerdense que puso al borde del colapso nervioso al presentador Jaime Bores durante una memorable intervención en un programa televisivo de tarde. Pelegrí hijo era, en esos momentos, casi un perfecto desconocido. Su paso por el Govern fue breve pero sonado: consiguió que todos los grupos de la oposición pidieran su dimisión después de que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) cuestionara, en una sentencia, su actuación en el proceso de formación de los consejos comarcales.

Desde entonces, fue ganando peso político tanto en Unió Democràtica de Catalunya (partido en el que milita desde 1982 y en el que ostentó la secretaría general) como en CiU. Su papel como portavoz adjunto del grupo parlamentario de la federación nacionalista en la oposición le granjeó la confianza de Artur Mas hasta el punto que este le eligió para que condujera, junto con Felip Puig, las negociaciones para su primera investidura, en el 2010.

En su primera legislatura en Agricultura, del 2010 al 2012, mantuvo controladas las tensiones con el campo catalán. A diferencia de algunos de sus antecesores, Pelegrí tuvo un nivel moderado de conflictividad con las organizaciones agrarias, que mantienen su línea crítica con el Govern. Sí cometió un traspié de iniciar su mandato con una decisión polémica: autorizar la caza de jabalís en el parque de Collserola con arcos y flechas. A las pocas horas, rectificó. Escarmentado con la experiencia, el leridano optó entonces por alejarse del ruido mediático.