Mateo Morral, el hombre que intentó matar a los abuelos de Juan Carlos

Mateo Morral Roca.

Mateo Morral Roca. / periodico

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Mateo Morral, cuyo nombre han adoptado los presuntos autores del atentado contra la basílica del Pilar de Zaragoza para bautizar su comando, fue el responsable del atentado perpetrado contra el rey Alfonso XIII el 31 mayo de 1906 en Madrid. El militante anarquista arrojó un ramo de flores al abuelo de Juan Carlos I cuando desfilaba en carroza por la calle Mayor junto a su esposa, Victoria Eugenia, poco después de su boda. Dentro del ramo se escondía una bomba que al estallar mató a 24 ciudadanos  e hirió a otros muchos que se encontraban cerca del vehículo, pero que no causó ni un rasguño a los reyes. Grandes escritores como Pío Baroja y Ramón del Valle-Inclán recordaron en sus obras la personalidad de Morral, cuya acción causó una profunda conmoción en la sociedad de la época. 

Morral, natural de Sabadell, era hijo de un empresario textil. Abrazó el ideario anarquista desde muy joven y trabó una fuerte amistad con el pedagogo libertario Francesc Ferrer i Guàrdia. Esta relación de Morral con Ferrer fue usada por las autoridades de la época para intentar desprestigiar la Escuela Moderna, institución fundada por Ferrer y en la que Morral trabajó de bibliotecario.

Tras el atentado contra Alfonso XIII, Morral pudo huir de Madrid con la ayuda del director del diario anarquista 'El Motín'. Sin embargo, fue localizado por la Guardia Civil cerca de Torrejón de Ardoz. No opuso resistencia a los agentes, pero cuando se alejaba junto a ellos de la venta donde fue apresado sacó un arma, disparó a un guardia civil y, a continuación, a sí mismo en el pecho. Falleció en el acto. 

Morral solía acudir a la Horchatería de Candelas, en la calle de Alcalá, donde se reunían renombrados intelectuales y artistas del momento como Azorín, Valle-Inclán o Pío Baroja. En 'La dama errante', Baroja recuerda el paso de Morral por las tertulias de Alcalá:  “Yo no creo que hablé nunca con Morral (sic). El hombre era oscuro y silencioso; formaba parte del corro de oyentes que, todavía hace años, tenían las mesas de los cafés donde charlaban los literatos. Después de cometido el atentado y encontrado a Morral muerto cerca de Torrejón de Ardoz, quise ir al hospital del Buen Suceso a ver su cadáver; pero no me dejaron pasar. En cambio, mi hermano Ricardo pasó e hizo un dibujo y luego un aguafuerte del anarquista en la cripta del Buen Suceso. Mi hermano se había acercado al médico militar que estaba de guardia a solicitar el paso, y le vio leyendo una novela mía, también de anarquistas, Aurora Roja. Hablaron los dos con este motivo, y el médico le acompañó a ver a Mateo Morral muerto.”

Durante la segunda república, el Ayuntamiento de Madrid cambió el nombre de la calle Mayor por la de Mateo Morral. Con la dictadura franquista, la rúa recuperó su nombre original.