Mas sofoca el motín y busca pilotar la renovación

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XABI BARRENA / BARCELONA

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Adéu, Convergència; Hola, Partit DemòcrataEl PDC, heredero de la invicta (en el Parlament) CDC, ha echado a andar este fin de semana tras un congreso que se inició con un motín en toda regla de las bases contra la dirección de la fuerza matriz (por haber conducido sin publicidad todo el asunto del cambio de nombre) y que, con las horas, la misma cúpula fue sofocando hasta su total control. Artur Mas sale del cónclave con algún rasguño, pero con las condiciones creadas para que pueda llevar a cabo su plan de renovación del partido.

La principal conclusión que puede extraerse de este fin de semana es que las bases del PD no serán tan dóciles como lo fueron las de CDC. Se les prometió partir de cero y crear un partido modélico y eso exigen. Pero esas mismas bases tiene su propio talón de Aquiles, que es el respeto y admiración reverencial por el propio Mas. El dos veces héroe, por su imputación en el 9-N y por su paso al lado para permitir el pacto con la CUP. Si las propias bases que exigen “caras nuevas para el nuevo partido” se autoimponen como límite la egregia figura del ‘expresident’ su recorrido es limitado.

Alcanza, apenas, para birlarle alguna pluma al aparato. Por ejemplo, que el PD se defina como “partido independentista”, y no “soberanista” como dictaba el texto propuesto por la dirección. O para elegir un nombre, el de Partit Demòcrata, que al propio Mas no le gusta un pelo. Prueba de ello es que el que fuera líder de CDC votó, en la primera ronda, por Junts per Catalunya (la opción que cayó eliminada) y, en la tanda final, por el Partit Nacional Català.

Sobre los hombros de estas bases se auparon las llamadas familias convergentes. Siendo este, como lo será el PD, un partido “de amplio carril central”, las diferencias entre sectores alcanzan todo un arco parlamentario en sí mismo. Desde el liberalismo de Llibergència, de Marc Guerrero, a la socialdemocracia con tintes ecologistas de Josep Rull.

CRÍTICOS CON LA DIRECCIÓN

De estas familias, los más críticos y que querían descoser el vestido a medida que la dirección se había confeccionado -donde se ubica también Germà Gordó- se han quedado, asimismo, con alguna pluma de la cúpula en la mano. Pero poco más.

Y es que la intención de Mas para la renovación es presidir el partido, contar como número 2 y vicepresidenta  con Neus Munté y como secretario general (o coordinador general) y número 3 a Jordi Turull. Y todo ello es perfectamente posible, incluso lo de Turull, por cuanto, obviamente, Mas y Munté lideraran sin problemas las votaciones del día 23.

El régimen de incompatibilidades acordado bien entrada la madrugada del sábado al domingo es absolutamente laxo con Munté. Puede seguir siendo la ‘consellera’ de Presidència y, por tanto, la mano derecha de Carles Puigdemont y, a la vez, vicepresidenta del PD en tareas, como Mas (he aquí otra pluma), meramente representativas. Aunque en el caso del ‘expresident’ habrá que verlo.

LAS PRIORIDADES DE TURULL

Turull puede ser coordinador general siempre que muestre una “dedicación prioritaria” al partido. Es decir, que deje en segundo plano su trabajo como presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí. Una labor muy bien valorada en el PD por cuanto su buena relación con Marta Rovira permite que esa amalgama de demócratas, republicanos e independientes no sea fuente de polémicas semanales.

Eso sí, como defienden los críticos, Turull no es una cara nueva. Aunque la dirección, que le defiende y lo promueve, apunta a que si bien formaba parte de la anterior cúpula lo hacía por mor de su cargo, por ser los presidentes de grupos parlamentarios (en Barcelona y Madrid) miembros natos de la dirección.

La candidatura de Mas-Munté, y las que puedan salir para la nueva ejecutiva demócrata (el coordinador general y los otros 11 miembros) deberán postularse antes del miércoles. Se auguran negociaciones e intentos de reparto de sillas entre los distintos sectores con el objetivo de conseguir cierta paz social, aunque no se descarta que haya una candidatura alternativa a la de Turull con rostros alternativos emergentes y jóvenes.

En marzo, Turull y Miquel Buch, alcalde de Premià y cabeza visible de la generación entre 30 y 40 años que proviene de la JNC, iniciaron contactos encaminados a frenar a Gordó, cuyo perfil moderado inspirado en la CDC previa al ‘procés’ desagrada a casi todas las demás ‘familias’. Ahora Gordó parece tocado tras el impacto que ha tenido el ‘FernándezGate’, donde su figura aparecía relacionada con una oscura operación de derribo a Mas orquestado por las cloacas del Estado.

Súmese todo ello el factor género. Seis de los 12 miembros de la ejecutiva deben ser mujeres y, con respecto al sector masculino, no abundan. Marta Pascal es el único nombre que ha asomado, incluso, para optar a la vicepresidencia hasta que Mas la desactivó en una comparecencia que, de hecho, motivó en parte el motín del viernes.