Baños proclama la "república catalana" y llama a la desobediencia

Antonio Baños canta 'La Internacional' junto a sus compañeros de la CUP, anoche.

Antonio Baños canta 'La Internacional' junto a sus compañeros de la CUP, anoche.

ALBERT GUASCH / BARCELONA

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Antonio Baños, el candidato de la CUP, aireó ayer su estado de ánimo en las redes sociales a través de canciones de rock. Colgó 'Es el fin del mundo tal y como lo conocemos', de REM, antes de ir a votar. Y 'Adiós, papá', de Los Ronaldos, dedicado al Estado español, al conocer el resultado del sondeo de TV-3. Pero en realidad fue música celestial lo que pareció sonar en el local del Poblenou en que se concentró anoche el equipo del partido independentista y anticapitalista al constatarse su sonoro aumento y su voz relevante en el nuevo marco parlamentario.

La CUP pasa de tres a diez escaños y eso es como el guitarrista de la banda de rock: sin él no hay disco, no al menos como quiere que suene el elector independentista. El aumento de apoyos obtenido es considerable. De los 126.000 votos conseguidos en el 2012 se ha disparado a los aproximadamente 330.000. Sus 10 parlamentarios son imprescindibles para cruzar la frontera sagrada de los 68. Mucho habrá que dialogar con ellos a partir de ahora, pese a terminar como el sexto y último partido del Parlament.

DESOBEDIENCIA

La gente de la CUP tiene tendencia a las soflamas grandilocuentes y las sentencias contundentes como un guitarrazo eléctrico. Sus dirigentes, coreados por la audiencia ruidosa, gritaron a favor del independentismo, sí, pero también a favor del socialismo, de la lucha en favor de la clases populares y trabajadoras, del feminismo, de la república y de la desobediencia.

Cuando finalmente compareció, Antonio Baños no perdió el hilo de lo que todo el mundo entiende que estaba ayer en juego. «Es la noche en la que todo comienza. Este proceso ya no lo puede parar nadie. No somos el freno, sino el acelerador», proclamó segundos después de levantar el puño victorioso al mostrarse ante los suyos en el Poblenou.

Su discurso se tiñó del tono revolucionario que ha jaleado su campaña. No hubo paños calientes ayer. «La legalidad española debe ser desobedecida a partir de mañana mismo. Ya no nos mandan; solo nos mandamos nosotros. La gente quiere romper con el statu quo que nos ha estado oprimiendo desde la muerte del dictador. Hoy extendemos definitivamente el certificado de defunción a la transición borbónica. Hoy ha terminado el autonomismo. Hoy inauguramos la república catalana. Empezamos una revolución».

UNA NUEVA REPÚBLICA

Relevante resultó lo que dijo Anna Gabriel, la número dos del partido, sobre quién se convertirá en el nuevo president de la Generalitat. «El proyecto independentista continúa adelante. Todos somos necesarios y nadie es imprescindible. El señor Mas no es imprescindible». La audiencia jaleó con fuerza esta declaración. Todo un aviso de lo que puede venir ahora y en qué términos se pueden producir las conversaciones entre Junts pel Sí y la CUP.

La gente de la CUP es ruidosa y manifestó con claridad quiénes les resultan simpáticos y quiénes no. Se aplaudió a Oriol Junqueras cuando apareció en la pantalla de TV-3; se abucheó con ganas a Pedro Sánchez y a Josep Antoni Duran Lleida. Y, claro, las ovaciones de gala, quienes fueron recibidos como auténticas estrellas de rock, fueron los suyos. Mas tampoco parece estar entre sus predilectos. El grito de «anticapitalista» se escuchó tanto como el de «independencia».

Quim Arrufat, parlamentario saliente de la CUP, se ciñó al mensaje soberanista y antimonárquico. «Venga, va, que ya hacía tiempo que no probábamos una república y hay ganas», dejó escrito en su cuenta de Twitter. Eso respecto a la letra; la canción que cerró el acto no fue de REM ni de Los Ronaldos, sino 'Els Segadors' y 'La Internacional'. Un cierre propio de una noche rupturista.