El mundo rural

Vivir en el campo hoy en día

El territorio y su imaginario han cambiado porque la payesía ha pasado de clase social a profesión

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RAMON FOLCH

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El carpintero que me arregla puertas y ventanas tiene sierras con control numérico operadas por ordenador y trabaja para clientes suizos que miran el milímetro. Mi fontanero calcula con precisión frigorías y calorías con autoridad de ingeniero. No vivo en Barcelona, sino en un vecindario de 15 habitantes de un municipio de 400, en el Pla de l'Estany. Por delante de mi casa pasan tractores enormes con cabinas climatizadas que hacen el trabajo de un centenar de hombres o más. ¿Qué significa, hoy, vivir en el campo?

Siempre admiré el Véneto, con esa estructura territorial de ciudad difusa tan bien descrita por el urbanista Francesco Indovina. El triángulo Padua-Venecia-Treviso es un espacio a la par urbano, rural e industrial, con un PIB per cápita altísimo y una calidad ambiental considerable. El fenómeno comienza a llegar a la Catalunya nororiental, por ejemplo al triángulo Olot-Figueres-Girona, mucho más accidentado pero de características productivas y ambientales comparables.

APRENDER EN ESCUELAS TÉCNICAS

La Catalunya del vino vive una transformación igualmente interesante. Los abuelos que hacían caldos tan honestos como imbebibles han tenido nietos enólogos y economistas que producen vinos perfectamente exportables, con toda la transformación tecnológica, económica y social que ello conlleva. Hay más casos en otros sectores agropecuarios, basta mirar los regadíos leridanos, por ejemplo.

El gran cambio es que la payesía ha pasado de clase social a profesión. Sigue heredando la tierra, pero la capacidad para trabajarla se aprende ahora en escuelas técnicas. El territorio, de resultas, es otro. Pero en el mundo, e incluso aquí, coexiste esta agricultura avanzada con formatos rurales prácticamente neolíticos. Es un desequilibrio peligroso. No sé si nos percatamos de ello. Las políticas socioambientales y el marco legal deberían ponerse al día, como mi carpintero o mi fontanero. Si no, el Véneto volverá a dejarnos atrás. Y el mundo seguirá sumido en la injusticia y la inadecuación.